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El círculo vicioso de Marjah

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El círculo vicioso de Marjah

Como reveló la operación en Marjah, la promocionada teoría de la contrainsurgencia orientada a la población fracasó tras la primera prueba de choque que le ofreció la realidad de Afganistán.

No se puede ignorar el obvio hecho de que en la competencia a muerte que existe entre la protección de la fuerza y  la de la población, la primera gana sin ningún esfuerzo, punto final.

El general McChrystal tuvo razón cuando dijo, al asumir el mando de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF), que los daños colaterales causados por los ataques aéreos son el instrumento principal para alistar reclutas y multiplicar la fuerza de los insurgentes.

Más aún, él tomó medidas drásticas para restringir cualquier apoyo de fuego directo en caso de que los habitantes del lugar pudieran correr algún riesgo, a excepción de que se trate de la inminente invasión del enemigo.

El comandande incluso incitó a un “cambio cultural” de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Afganistán, pero se detuvo admitiendo la razón clave del problema – la naturaleza repugnante y peligrosa de la mentalidad de protección de la fuerza, arraigada en las reglas del combate – lo que era subversivo, en cuanto a su postulado de la “protección de la población”, para su nueva estrategia ligera de combate a la contrainsurgencia. Las reglas de combate convencionales son la versión militar del principio rector de la burocracia civil, que dice “primero cúbrete el trasero, luego busca a quien echarle culpa”.

A pesar de toda clase de promesas vacías y amonestaciones, las reglas del combate actuales están institucionalmente predispuestas contra el pensamiento poco convencional y la toma de riesgos espontáneos en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, porque la protección de las fuerzas es la máxima prioridad grabada en piedra, no importa contra qué o quiénes.

De ahí la inevitable e incurable dependencia de llamar al apoyo aéreo o de la artillería como primer recurso antes de agotar -o simplemente probar- otras opciones más arriesgadas pero más eficaces para enfrentarse al enemigo.

En la guerra no convencional -lo que es la narcoinsurgencia en Afganistán- las reglas del combate también deben ser poco convencionales ya que es el único modo de eliminar la asimetría que caracteriza ese conflicto de baja intensidad.

Para empezar, las fuerzas aéreas y la artillería deberían estar expresamente denegadas a las fuerzas convencionales. Deberían estar subordinadas al JSOC como el último recurso para atacar los blancos más peligrosos y de valor elevado en las operaciones especiales.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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