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El anémico ejército afgano

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El anémico ejército afgano

El mando militar estadounidense en Afganistán, atado de manos por el comisario para Pakistán y Afganistán, Holbrooke, ha librado una enorme campaña para promocionar al ejército afgano en Marjah como una fuerza autóctona destacada, competente e independiente. 

La parte penosa de una historia de éxito

El comandante de los infantes de marina en Helmand, general de brigada Larry Nicholson, se jactó diciendo que “tenemos con nostros a algunas de las mejores tropas afganas”.   (Alfred Motesquiou, Afghan Army improving, not ready to go it alone’ The Washington Post, 25 de febrero).

Las anecdóticas evidencias de los medios estadounidenses sobre la operación de Marjah constituyen de por si una mordaz crítica a “las mejores tropas afganas”:  los payasos en uniformes modernos que fuman en grupos, evitando los combates, limitándose tan solo a disparar a ciegas de vez en cuando, preparados para engañar a los infantes de marina y robando a los locales. Podría ser incluso peor, tanto para “los mejores” como para los periodistas, si no fueran protegidos por los infantes de marina estadounidenses.   

Es dificil creer que el jefe de brigada de infantería de marina solo conceda entrevistas pero no las lea en los periódicos de EE. UU. para coordinar sus puntos de vista, pero de algún modo el mando militar en Helmand ha perdido el momento y la operación conjunta militar/mediática ha desembocado en una operación unilateral de infiltración periodística.

Sin dejarse intimidar por los bombardeos de publicidad y la inaguantable exposición, el general Larry Nicholson aseveró que “en general, los batallones afganos han excedido mis expectativas” (Tony Perry, ‘Afghan soldiers show improvement in Marjah assault’ LA Times, 1 de marzo).

¿Cuán bajas eran sus expectativas, señor general, para creer que fueron excedidas? ¿O esperaba que los batallones afganos iban a desertar y huir? ¿O apuntar sus recién fabricados fusiles M-16 contra los infantes de marina? O, ¿estaba usted esperando el fuego “amigo” afgano para sentirse feliz de que tan solo un teniente de infantería norteamericano fuera lanzado al suelo por una ráfaga de lanzacohetes de un soldado afgano? ¿O está usted feliz de perder a 8 marines por cada dos soldados afganos, en una relación de bajas en combate de 4:1? 

¿Evaluó usted a su “socio”, general Sher Mohammed Zazai, supuestamente el máximo jefe militar y afgano en esta operación, para demostrar su total incompetencia?  (Dexter Filkins, ‘Prize on the Battlefields of Marjah May Be Momentum’ NYT, 19 de febrero)

Pero mientras los jefes están mintiendo los marines están muriendo. El Coronel Randy Newman, jefe del séptimo regimiento de infantería de Marina, tiene encomendado redactar un detallado informe sobre la actuación militar de las formaciones afganas en la operación de Marjah.

Creo que tendrá la suficiente maestría para identificar que la causa principal de las deficiencias crónicas de las Fuerzas de Seguridad Afganas no es una mala mercadotecnia, sujeta a mejoras, sino a la práctica de llevar a alguien a cuestas, algo que debe ser erradicado.   

Pero hasta entonces, el lamentable cuadro de un soldado afgano sentado sobre el lomo del sargento de la marina estadounidense Christopher Whitman será el símbolo más vívido y exacto de la estafa afgana a los simplones estadounidenses.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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