Chemtrails y el Cambio Climático.
¿Te has preguntado alguna vez por aquellas estelas nubosas que aparecen en nuestros cielos, producto de las turbinas de los aviones comerciales que surcan los espacios de Moscú y del mundo entero? Recuerdo que de más niño, mi padre me llevaba a las ferias aeronáuticas en donde escuadrones acrobáticos realizaban maniobras arriesgadas, mientras soltaban humo blanco para enfatizar la destreza del ejercicio aéreo, rubricando figuras con cierto químico que en apariencia y hasta donde sé, es inocuo.
Por ello –y muchos años después- grande fue mi sorpresa cuando en el verano de 1997, aterricé en el aeropuerto de Estocolmo, en Suecia. Los cielos suecos se encontraban subdivididos en segmentos cuadriculares, semejando una especie de gigantesco tablero de ajedrez. Conforme visitaba distintos países, me di cuenta de que el suceso se repetía una y otra vez. En este sentido, el espacio aéreo de Moscú tampoco está exento de este singular espectáculo. He tenido la oportunidad de viajar por muchos países de América, África y Europa, y les puedo asegurar que este suceso se repite sistemáticamente en todas las capitales del mundo…, durante todo el día, los siete días de la semana, los trescientos sesenta y cinco días del año.
Como muchos de ustedes, yo también necesito saber el por qué de las cosas. Supongo que es nuestra naturaleza humana el ser curiosos. Así que comencé mis indagaciones. Lo que encontré, me dejó asombrado. Sabemos que los aviones comerciales constantemente liberaban “emanaciones” o gases de color blanco, aparentemente como resultado de la combustión del petróleo y carburantes al interior de sus turbinas y que a mayor altura, ocurre el fenómeno de condensación de agua en forma de vapor o estelas que efectivamente son formadas por los aviones en determinadas condiciones de presión, humedad y altitud. Poco tiempo después, conocí el vocablo que pasaría a denominar este peculiar fenómeno… “Chemtrail”.
La palabra nace de la mezcla entre sus símiles ingleses chemical (químico) y trail (rastro o camino), y se usó por primera vez en 1997 para denominar las emanaciones químicas de agentes nocivos que en forma deliberada, estarían siendo ilegalmente rociadas a través del mundo entero por obra y orden de supuestos grupos ocultos de los gobiernos de las principales potencias mundiales y que gozan de poder absoluto, como la milicia y las agencias de inteligencia. Su objetivo principal sería envenenar sistemática y progresivamente a las personas en su lucha para controlar la mente, provocar enfermedades, cambiar el clima y exterminar a la mayor cantidad de seres humanos debido a la creciente y preocupante alza en la población del mundo… todo lo anterior, según las teorías conspirativas que muchos piensan, lleva a cabo a espaldas -claro está- de la opinión pública y que abundan en la Internet.
Imagino que lo anterior, en muchos de ustedes, provoque una sonrisa de incredulidad o un gesto verbal, al mismo tiempo que levantan las manos diciendo: -¡“Por favor…!, que más se les ocurrirá inventar a estos locos con el fin de vender”. Sin embargo, existen muchas personas que opinan lo contrario.
Primero que todo, es necesario que tengamos claro lo que entendemos por chemtrails.
Cuando antaño veíamos los gases que los motores de aviones despedían, estábamos en condiciones de decir que el humo era de color plomo o negruzco, como lógica consecuencia de la combustión. Los chemtrails en cambio, son nubes alargadas y blancas, y que parecen tener “peso”, es decir, no se disuelven a los cinco minutos de emanadas, sino que permanecen según testigos e investigadores, por más de una hora sobre los cielos, expandiéndose y cayendo lentamente a tierra.
Por otro lado, la antítesis de los chemtrails, son los llamados “contrails” o h2o, es decir agua en forma de vapor o estelas de condensación. Esta es la respuesta y postura oficial de los gobiernos cuestionados, así como de los detractores del tema cuando personas comunes y corrientes tratan de inquirir algún tipo de respuesta para este inusual espectáculo sobre nuestros cielos.
Según estudios de investigadores independientes como el Dr. Stephen D. McKay o Clifford E Carnicom, han llegado a la conclusión de que los chemtrails estarían compuestos por bario y aluminio, entre otros metales pesados. Es curioso cómo en las áreas fumigadas se han incrementado los casos de alergias en personas que nunca las habían padecido; el sangrado espontáneo de la nariz, apneas, trastornos del equilibrio (vértigo), así como cansancio crónico. También aumentan las enfermedades y epidemias de gripe, asma, casos de conjuntivitis y pérdida de memoria a corto plazo; constantes jaquecas, picor de ojos, edema cerebral, debilidad muscular, Irritación del estómago, entre otras. Como si lo anterior fuese poco, existen reportes meteorológicos de súbitos cambios climáticos y alza en las temperaturas en zonas que por generaciones estaban acostumbradas a inviernos crudos.
Las aparentes consecuencias suman y siguen. No obstante, las posturas oficiales de los gobiernos aludidos son las de siempre: -“No existen fumigaciones de ningún tipo sobre la atmósfera. Las estelas de los aviones son condensaciones totalmente normales y explicadas ampliamente por la ciencia”; “Todo esta bien y no hay nada que temer”. Tal vez sea esta última frase la que ha multiplicado mi extrañeza por dos. Primero, es que como sudamericano, la nieve en la capital de Chile es casi nula y esperaba sentirla y disfrutarla aquí en Moscú. Y segundo, que el actual invierno moscovita me sea tan similar y soportable como las temperaturas de Santiago, que en invierno y en promedio, rondan los 4 a 5 ºC.
Si lo anterior habla de intervenir nuestro clima independiente de las consecuencias positivas o negativas que pueda tener, recordemos que no hace mucho, el alcalde de Moscú -Yury Luzhkov- anunció a los medios de prensa que “la población de Moscú, gozaría de un invierno sin nieve por sólo unos cuantos millones de dólares”… entiéndase, por el costo de implementar la solución. Sin embargo, aun no hemos recibido confirmación oficial de que la iniciativa del edil, se haya implementado. El proyecto propone contratar a la fuerza aérea rusa para rociar una niebla química sobre las nubes, antes de que estas lleguen a la capital. Si esta “solución” tuviese éxito para los moscovitas, aun desconocemos la opinión de los habitantes de las afueras de la capital de la Federación Rusa, quienes verían incrementada su cuota anual de nieve producto de esta medida.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan
necesariamente el punto de vista de RT.
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