Existe un término que probablemente nunca has escuchado ni en la universidad ni en los colegios ni mucho menos en el entorno político; ni siquiera la Real Academia Española lo añade a sus archivos. Su nombre es 'democidio'. Así es: se refiere a los asesinatos perpetrados por el Gobierno contra cualquier persona o personas en donde se incluye el genocidio, asesinatos políticos y asesinatos en masa.
El término no hace referencia explícita y directa a la eliminación de todos los grupos culturales dentro de una nación, sino que persigue a grupos al interior de otros mayores que supuestamente elucubran planes de desestabilización general de la población e incluso preparan actos vandalicos y de terrorismo y que el Gobierno de turno busca eliminar, tanto por motivos políticos como para frenar amenazas futuras. Ejemplos de esta infamia se encuentran en casi todos los países del mundo.
Escuchamos hablar de guerras necesarias, guerras en nombre de la libertad, guerras santas y desde la caída de las torres gemelas, la incesante repetición de las autoridades estadounidenses de guerra contra el terrorismo. Sin embargo, nunca hemos mirado hacia adentro, hacia los crímenes que nuestros propios Gobiernos han perpetrado contra la humanidad indefensa. Ni la peste negra, ni todas las guerras atroces que hemos librado suman tantas muertes como las perpetradas por los Estados. La cifra es altísima y las muertes están y se encuentran documentadas. Aunque el escritor Theodore Abel ya menciona el término para referirse a los asesinatos cometidos por el Estado, el catedrático R.J. Rummel es quien acuña el término 'democidio'. En su libro Death by government (Muerte a manos del Gobierno), hace una investigación de las muertes ocasionadas por asesinatos étnicos, raciales y/o políticos de varias naciones del mundo entre los años 1917 y 1979. Sin embargo, Bárbara Harff entrega una actualización de la 'lista de la muerte' en su libro No lessons learned from the holocaust? (¿No hemos aprendido nada del holocausto?). Les invito a que hagan su propia investigación. Sin embargo, veamos una pequeña estadística de países que han cometido 'democidio'.
En nombre de la seguridad, de la libertad y de tantos otros eufemismos que justifiquen sus políticas, los Gobiernos del mundo han matado a más gente que cualquier guerra librada en toda la historia de la humanidad. Como hemos visto en artículos anteriores, los Gobiernos unidos en bloques y alianzas como la OTAN, buscan desestabilizar aún más a los países “enemigos de la libertad”. La desestabilización de los países árabes, la mal llamada 'primavera árabe', término inventado en Occidente por Estados Unidos y con toda seguridad por sus servicios de inteligencia, están levantando a las personas contra las personas. En esta lista no se ha mencionado los democidios perpetrados por Estados Unidos, ¿Por qué? En apariencia el país norteamericano se ha posicionado como primera potencia global tanto armamentista como tecnológica. Sin embargo nadie parece recordarles a los ciudadanos estadounidenses ni del mundo -y es aquí en donde entra la desinformación que impulsa el cuarto poder- la crueldad con la que ha conseguido tal sitial. Solo recordemos la masacre indiscriminada del Ejército de colonización estadounidense que mató a casi todas las poblaciones aborígenes de Norteamérica. Más adelante en la historia, las incontables intervenciones del país norteamericano en muchísimas naciones del mundo han sido llevadas a cabo por sus servicios de inteligencia, en particular por la CIA, ¿Quieres ejemplos? Estas son solo algunas de las intervenciones de Estados Unidos en el mundo y que han dejado millones de muertes. La intervención en Nicaragua desde 1854; la intervención de Bluefields en 1894; 1914 en México: la masacre del puerto de Veracruz y después en 1917, el envió de tropas para capturar al líder revolucionario Pancho Villa; la guerra de Corea en 1950; el conflicto Irán-contra en 1953 en donde la CIA organiza el golpe de Estado; en 1961 la invasión de bahía de Cochinos en Cuba; la infame guerra de Vietnam, también en Laos y Camboya, entre 1958 y 1975; En 1965 interviene en la guerra civil en República Dominicana; en 1973 el derrocamiento de Salvador Allende en Chile con ayuda de la CIA; luego en 1983 en Libia, los estadounidenses bombardean varias ciudades y emplazamientos militares; en Filipinas en 1989, la CIA ayuda a materializar el golpe de Estado; en 1995, la desestabilización de Bosnia Herzegovina da paso a otra intervención con la complicidad de la OTAN y la ONU; en 1999, el Gobierno de Bill Clinton ordena bombardear Serbia; en 2000 fracasa la intervención estadounidense que pretendía derrocar al presidente venezolano Hugo Chávez Frías; año 2004: luego del violento terremoto en Haití, la ONU envía “fuerzas de paz” de Francia, Chile e Inglaterra a la desbastada nación caribeña tras deponer al presidente Jean Bertrand Aristide. Luego un enorme contingente militar estadounidense, acompañado de un portaviones, invade literalmente la nación. Hasta el momento siguen allí.
La lista sigue con operaciones encubiertas de la CIA en muchos otros países y en diferentes épocas. Los documentos están desclasificados, forman parte de la historia y se pueden verificar. Sin embargo nadie hasta el momento, que yo sepa, ha levantado un juicio en las Naciones Unidas o en el tribunal internacional de La Haya en contra de las intervenciones de los estadounidenses. ¿Por qué? Solo recordemos el experimento de Tuskegee o el bombardeo a la población de varios estados del país del norte con agentes infecciosos, con el único fin de probar la eficacia de las nuevas armas químicas. Más aún en la actualidad, el uso indiscriminado y prohibido por organismos internacionales y por la convención de ginebra de utilizar uranio empobrecido en contra de la población. Nuevamente la milicia estadounidense le da la espalda a las resoluciones vigentes y en forma cobarde y arbitraria, sin honor alguno, ataca a la población de Irak y luego a Afganistán. RT presentó un programa especial hace pocos meses atrás sobre la tragedia de Faluya en el norte de Irak, donde los bebés ya no nacen normales, sino con cientos de desórdenes genéticos y malformaciones. Ni siquiera tienen respeto por sus propios soldados ya que estos también padecen actualmente las consecuencias en sus propios cuerpos gracias al uranio empobrecido. Sus propios tanques los fabrican con este tipo de compuestos, así que los soldados solo tenían que tocar los carros blindados para hipotecar su salud. Muchos de estos soldados son de origen latino… curioso.
Sí amigos, ya lo sé y los entiendo. A muchos nos hierve la sangre de ver tanta destrucción, muerte y despoblamiento sistemático de la humanidad, y el perpetrador siempre parece que se sale con la suya. Dan ganas de tomar algún tipo de acción en contra, más aun cuando las autoridades de nuestros propios países lamen alegremente el culo del país del norte. Sin embargo devolver mal por mal no nos ayudará ni ayudará a la gente de Faluya ni a las miles de madres, esposas e hijos de incontables caídos en todo tiempo y lugar. Por desgracia nadie les podrá devolver la paz a sus atormentados espíritus. Sin embargo nosotros mismos debemos crear la diferencia y ser el puntal que lleve paz y tranquilidad a esas personas. Se lo debemos, porque estamos aquí sin hacer nada, embrutecidos tras un televisor, miedosos de que cada día nos digan que la economía no resistirá más y por la indolencia de aquellos que dicen: "¿Y yo qué puedo hacer?".
Podría llenar hojas y hojas hablándoles del porqué debemos cambiar nuestras vidas para luego cambiar poco a poco al resto del mundo. Pero en este preciso momento la maquinaria bélica, los planes de conquista no tan solo de los banqueros y principales Gobiernos hegemónicos de nuestro planeta, sino que también de poderes religiosos, se preparan para imponernos un nuevo orden mundial. En este sentido, la última y triste noticia es el derribo de un avión Casa turco al interior de las fronteras sirias. Muchos analistas políticos, geopolíticos, reporteros, estudiosos de los comportamientos sociales y entendidos en general, piensan que este hecho se trata de una treta de occidente y de la OTAN en su esfuerzo por medir la capacidad de defensa del país sirio. ¿Acaso han escuchado alguna vez algo con tan poco sentido? Las fuerzas de estos Gobiernos, de todos nuestros Gobiernos, preparan un golpe mortal contra la humanidad. Lo único que desean es la guerra… y atacar a Siria. La guerra es la principal fuente de riqueza que genera miles de millones de dólares al año; además las ganancias de los territorios conquistados, tanto en recursos naturales como geopolíticos, son casi inconmensurables, y la consecuencia más grande es la imposición de duros sistemas de gobierno a los derrotados. Ya no hay tiempo para seguir con las diferencias entre blancos, negros o amarillos; ni diferencias entre católicos, ortodoxos o musulmanes. Luchemos, pero con la fuerza que da la confianza, la verdad, la razón y el sentido común. Sumen a todo esto su propia creencia. ¡Es el mayor de los poderes! Tal vez sea por eso que un grupito pequeño de personas que concentran toda la riqueza, la fuerza militar y política y que tienen por el cuello a todos nuestros países… nos tema tanto.
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