Opinión
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Maria Fe Celi Reyna
Es analista política peruana. Reside en China desde 2018. Se especializa en temas relacionados a China, América Latina y el surgimiento del nuevo mundo multipolar. Es candidata a doctora en Historia global por la Universidad de Shanghái.
Twitter: @mfceli
La multipolaridad implica que los países vivan en equilibrio constante y que sean capaces de replantear sus estrategias frente a las cambiantes condiciones externas. Para esto, la autosuficiencia, la soberanía y el respeto mutuo serán claves.
No olvidemos que, si los estadounidenses quisieran, todo esto se acabaría mañana, pero han optado por las guerras eternas para seguir sosteniendo su hegemonía.
El BRICS todavía tiene mucho camino por delante, pero es la apuesta más concreta para tener un mundo más justo.
El balance es positivo: en China ya no hay pobreza extrema, se vive en un lugar seguro y cada generación vive en mejores condiciones que la anterior.
La asociación estratégica con China permitiría construir la infraestructura, acceder a los capitales necesarios y la capacitación de personas.
Luego de haber expulsado a atletas rusos del sistema deportivo internacional, dominado por Occidente, el foco de EE.UU. está en perseguir a deportistas chinos.
El gobierno venezolano ha cosechado los frutos de su trabajo diplomático de los últimos años y, por ahora, ha desarticulado a la derecha.
La carta de Orbán al Consejo Europeo dio a entender que, en Ucrania, China no había tenido éxito, pero que no cerraban la puerta a actuar de mediadores para la paz.
La relación entre las dos naciones siempre ha sido muy avanzada. Perú fue el primer país no socialista de América Latina en reconocer a la República Popular China en 1971.
En el largo plazo, será la institución que represente al mundo multipolar y la opción frente a las instituciones internacionales creadas por occidentales.
El 7 de mayo de 1999 ambos países se hermanaron para siempre. Durante el salvaje bombardeo a Yugoslavia, las bombas de la OTAN también cayeron sobre la Embajada china en Belgrado.
El secretario de Estado de EE.UU. llegó con actitud de "policía malo" que viene a poner orden. Creyó que había sentado las condiciones para someter a China, pero como dice el dicho popular, vino por lana y se fue trasquilado.