EE.UU. y la UE: Socios en el crimen

Mirko Casale

Si EE.UU. y la Unión Europea no se dedicaran a robar todo lo que pueden en el resto del mundo, no serían EE.UU. y la Unión Europea, textualmente hablando. Y su tendencia al latrocinio los une tanto que hasta cometen sus delitos casi que al unísono: unos asaltando un petrolero frente a las costas de Venezuela para llevárselo a EE.UU., y los otros congelando "indefinidamente" los activos rusos depositados en territorio 'unioneuropeo'. 

Separados al nacer y unidos al robar, como quien dice. Una "coincidencia" que, más que temporal, es profundamente sistémica, no solo a la luz de hechos recientes, sino de la historia.

Piratas en el Caribe… en el siglo XXI

El 10 de diciembre, fuerzas marinas estadounidenses, con apoyo aéreo desde un portaaviones, abordaron el petrolero Skipper en aguas del Caribe. La tripulación no ofreció resistencia y el buque, que llevaba un cargamento de millón y pico de barriles de petróleo venezolano, fue llevado hasta Texas, donde se inició un proceso de "decomiso", un eufemismo que utilizan los ladrones de cuello blanco, en contraposición al "¡quieto!" de los choros de a pie.

Según el presidente de EE.UU., la embarcación violaba las sanciones unilaterales de Washington contra Caracas y, con toda la naturalidad y desparpajo con el que un carterista explicaría que planea quedarse con el dinero de la billetera que acaba de robar, Donald Trump explicó cuál sería el destino del petróleo transportado: "Nos lo quedamos, supongo", dijo tranquilamente ante la prensa.

No fueron pocos los que quedaron algo desconcertados por el giro de guion de la Casa Blanca, dado que la "incautación" se produjo tras meses de bombardeos estadounidenses contra lanchas en el Caribe, en una presunta "cruzada" contra el narcotráfico internacional. Por lo que el brusco malabar discursivo de "combatimos a las drogas, por eso incautamos petroleros" no pasó desapercibido y creó momentos incómodos para la vocería del trumpismo.

No es la primera vez que EE.UU. asalta petroleros por el mundo y después se apropia de ellos o de su contenido, mientras dice defender "el mundo basado en reglas"

Ante la pregunta de si la llamada "Operación Lanza del Sur" trataba de drogas o de petróleo, la respuesta fue reveladora: la administración Trump estaría "centrada en muchas cosas en el hemisferio occidental", con un "nuevo enfoque" para prestar atención a lo que ocurre en su propio "patio trasero".

Sea como sea, no fue esta la primera —ni, sin duda alguna, la última— ocasión en la que EE.UU. asalta petroleros por el mundo y después se apropia de ellos o de su contenido, al mismo tiempo que dice estar defendiendo "el mundo basado en reglas". Una práctica llevada a cabo tanto por Trump, en su primer y segundo paso por Washington, como por Biden en su primera y, de momento, última presidencia.

Desde Caracas calificaron lo sucedido con una inusual pero justa combinación de falta de sutileza y precisión jurídica, al señalar que se trató de un "robo" y un acto de "piratería internacional", acusando a Washington de recurrir a su modus operandi habitual: declarar que se está defendiendo la democracia o los derechos humanos cuando lo único que se busca en verdad es apropiarse de recursos naturales de otros. Desde Rusia, Cuba, China, Nicaragua o Irán, entre varios países, criticaron esta nueva acción piratesca estadounidense en concreto y, más en general, la estrategia de presión y hostigamiento de Washington contra Caracas.

Más piratas al otro lado del Atlántico

En la Unión Europea guardaron un discreto silencio, lo que a estas alturas de sometimiento ante EE.UU. no tiene nada de sorprendente, pero que en este caso tiene una doble lectura. Y es que, además de insólito, hubiese sido especialmente cínico —incluso para los estándares del "jardín" eurooccidental— que Bruselas se manifestara públicamente en contra de un acto de piratería apenas un par de días antes de anunciar el suyo propio.

Como bien saben, en 2022 la Unión Europea aprobó "congelar" los depósitos bancarios rusos guardados en entidades financieras europeas, siempre en resguardo de la legalidad internacional y la paz global, claro está. Al igual que hicieron un año después con las cuentas bancarias israelíes tras el inicio del genocidio contra Gaza. No, era broma, casi caen, ¿verdad? Obvio que esas cuentas nunca las congelaron ni lo harán.

La cuestión es que, desde entonces, y según aumentan los aprietos financieros de Zelenski y compañía, en Bruselas comenzaron a obsesionarse con apoderarse de ese dinero para financiar su apoyo a Ucrania, pero con dinero ruso. Meterle mano a esos más de 200.000 millones de euros podrá ser muy tentador, pero no es una decisión fácil.

Por un lado, porque Rusia no se quedaría de brazos cruzados y aplicaría contramedidas que podrían resultar dolorosas para la economía de Europa Occidental, incluyendo demandas penales en instancias internacionales con mucho chance de ganar. Por el otro, igual o más trascendente, porque el asalto tendría un efecto de alcance global y a futuro: muchos países se pensarían muy, pero que muy bien, eso de guardar parte importante de sus reservas en bancos 'unioneuropeos'.

Mírenlo de esta manera: ¿confiaría usted su dinero a un banco que le robó los ahorros a su vecino? Pues por ahí va la cosa, solo que en escala geopolítica. En Bruselas temen que esa "incautación" provoque un efecto dominó, con gobiernos y empresas de la "jungla" sacando sus ahorros del "jardín" en un abrir y cerrar de ojos.

Piratería 'legal': un concepto atrevido, pero nada nuevo

Hasta ahora, el "congelamiento" de esos depósitos rusos se renovaba cada seis meses, lo que podía resultar riesgoso judicialmente si algún miembro de la Unión Europea votaba en contra a la hora de alguna renovación y esos recursos ya habían sido entregados total o parcialmente a Zelenski. Recordemos que este tipo de decisiones en Bruselas deben tomarse de forma unánime.

Entonces, rebuscando entre legislaciones burocráticas y burocracias legales de la (ejem) "normativa" europea, casi cuatro años después de comenzar su búsqueda y cada vez más apremiados por la situación financiero-militar, las 'euroautoridades' encontraron una cláusula que, según interpretan, les permite tomar decisiones sin unanimidad "en caso de graves perturbaciones económicas".

Aprovechando esa interpretación, decidieron que la congelación se definirá como "indefinida" en el tiempo. En el colmo de la "creatividad legal", determinaron además que, dado que los depósitos estarían congelados de forma indefinida, dejarían de ser dinero perteneciente a Rusia como tal y pasarían a ser euros que no pueden ser entregados al Banco Central ruso —porque la propia Unión Europea así lo prohibió— y, por tanto, podrían ser usados por Bruselas como préstamo a cero interés para el uso que mejor les parezca.

Obviamente, esta cachetada a la legalidad internacional —todavía no aplicada en la práctica— podrá convencer, con suerte, a un puñado de abogados de segunda categoría, pero no convencerá a Moscú ni disipará las dudas del resto del mundo sobre la conveniencia de resguardar reservas en bancos o instituciones europeas. Más aún existiendo precedentes, como el de los 10.000 millones de euros libios que se "esfumaron" tras el derrocamiento y asesinato de Gaddafi.

Como ven, este comportamiento es común entre las élites político-financieras de EE.UU. y la Unión Europea, pero no es producto de las tensiones geopolíticas actuales, sino que se remonta mucho más atrás: en el primer caso, a la Doctrina Monroe; en el segundo, a los tiempos de la colonización europea.

Esperar un cambio de comportamiento en las élites que gobiernan esos espacios desde hace siglos es como pedir peras al olmo. No se trata de desviaciones puntuales, sino de una lógica estructural: las potencias hegemónicas no llegaron a ser lo que son a pesar de comportarse como delincuentes ocasionalmente, sino que son lo que son precisamente tras siglos actuando como tales.

El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de ¡Ahí les va!, escrito y dirigido por Mirko Casale.