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Ya nie gavariú pa rúski (III Parte)

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Ya nie gavariú pa rúski (III Parte)

Esta columna es la “última y final” de una serie de tres (1 parte, 2 parte) en la que me he propuesto relatar a los lectores de la página web de RT en español las complejidades que puede tener un hispanoparlante al enfrentarse a un país como Rusia, sin conocer previamente el idioma nacional. Complejidades, claro, pero también aventura y mucha emoción ante la perspectiva de conocer un mundo nuevo e impresionante. Esto SÍ QUE VALE LA PENA, chicos y chicas. Además, las cosas difíciles son las que más se valoran ¿no?

Ya sabes: “Si quiere celeste… que le cueste”.

EL “(E)Sputnik”

Pues bien, estábamos hablando del alfabeto cirílico. Ya llevo unos 6 meses viviendo en Rusia y ahora puedo entender que significa cada letra, pero al principio… eran casi como los signos de una fórmula científica para construir una bomba atómica. Permítanme la confesión: en mis primeros días acá estaba virtualmente hundido en un vértigo insondable en el cual veía en cada calle, en cada esquina, en cada letrero, en cada aviso publicitario, en cada edificio, en cada almacén, en cada supermercado… letras en cirílico cuya conjunción no podía comprender, descifrar ni aún siquiera interpretar. Estaba perdido en un bosque de símbolos.

Alguien podría decirme que exagero y probablemente pueda que sea así. Sin embargo, no se trata de una situación sencilla ni mucho menos. Pues una cosa es leer y otra muy distinta hablar. Y los rusos –obviamente- hablan distinto a los hispanos y tienen su pronunciación especial y sus reglas lingüísticas particulares. Un solo ejemplo y que cualquiera puede entender: el famoso satélite “Sputnik”, se pronuncia sin “E” al principio, tal como nosotros lo comprendemos y tenemos inserto en nuestro disco duro. Lo mismo pasa con “Spasiba” (“gracias”). Cuando uno llega dice con toda ignorancia “Espasiba”… poniéndose, de manera gratuita, la incomoda polera que dice “Extranjero”, “Yo no soy de acá”, “Disculpe, soy foráneo…”, etc, etc.

Pero, en resumidas cuentas no me quejo. MUY POR EL CONTRARIO. Estoy muy bien y mi capacidad para conocer el mundo ha aumentado de manera prodigiosa. He crecido como persona y como profesional. Mis ojos se han abierto a una infinidad de maravillas. Puedo decir, sin temor a equivocarme que actualmente soy otro.

Y eso porque…

He visto muchas, muchas, muchas cosas que me han vuelto espiritual e intelectualmente más rico:

He visto la Plaza Roja de Moscú, la histórica y mundialmente famosa Plaza Roja. He visto el Kremlin, del que tantas veces leímos en nuestros libros escolares. He visto la Basílica de San Basilio (sí, aquella cuyos cúpulas son “globitos de colores”, como nosotros decimos). He visto el Mausoleo de Lenin. He visto, en fin, la capital de la Federación de Rusia, moderna, pero no por ello ajena a sus tradiciones y herencias del pasado. He visto los museos más impresionantes que pude soñar. He visto el “invierno ruso”. He visto en el zoológico de Moscú a un tigre furioso e impaciente con el pelaje lleno de nieve. He visto mujeres tan bellísimas que no tengo palabras para describirlas. He visto el sol en Rusia. He visto las huellas de un país que disputó a fondo la hegemonía mundial con EE.UU. (¿se dan cuenta de lo que es eso? ¿lo que eso significa?). He visto el país en donde nació y se puso en marcha lo que conocimos como ”Perestroika”. He visto a los moscovitas hablar de Pushkin, Dostoievski y Tolstoi con un orgullo patrio que da envidia. He visto a un país que recuerda su “Gran Guerra Patria” con un respeto profundo ante el cual es mejor callar. He visto la enorme águila de acero que arrebataron los rusos de la Cancillería alemana tras la Toma de Berlín. He visto un país protagónico de la historia actual

En fin, he visto muchas cosas en Moscú. Muchas… A veces me parece estar soñando.

“BMWs negros”

He visto, he visto, he visto… Rusia: una nación impresionante.

En todo caso, no ha sido fácil, pues por el desconocimiento idiomático uno está bastante desvalido acá y debe apelar constantemente a una mano amiga que le ayude a “explorar” las maravillas locales.

Nadie me dijo que sería fácil…

Pero no me quejo: me gustan los desafíos, como a cualquier hispanoparlante ¿no? No por nada decimos -con orgullo- que somos hijos del rigor… Así es que ¡ADELANTE, SIEMPRE ADELANTE!

No sé porqué pero ahora me acuerdo de unos versos de Charles Bukowski. En el poema, él andaba de paseo con su compatriota Norman Mailer, quien le comenta que él también tiene un BMW. Y Charles le pregunta “¿De qué color?”. Y Norman dice: “negro”. A lo que Bukowski le contesta con algo así como “sólo los bacanes conducimos BMWs negros”.

Bueno, de ESO se trata.

Do svidania (“hasta luego”).


Una vista del río Москва en invierno
 


A veces hace un poco de frío, es cierto. Informe del tiempo por TV


Nieve acumulada sobre la entrada de un edificio durante el último invierno


Un tigre en medio de la nieve. Zoológico de Moscú


De todas formas, acá hay con que abrigarse


El autor adentrándose en el pasado soviético de Rusia

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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