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Opinión

I ♥Nescafé (II parte)

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 I ♥Nescafé (II parte)

El tema de nuestra entrega anteriorestaba referido a como cierta clase de consumismo que se empecina en privilegiar la adquisición de productos de marca –particularmente en el rubro vestuario- puede vincularse con tácticas delincuenciales destinadas a coronar a sus protagonistas con un aura de “respetabilidad” sustentada en la ostentación de recursos y bienes. 

A continuación, continuamos. Valga la redundancia.

Permítanme una confesión: hace un año tenía casi como credo pensar que preocuparse de modo prioritario de las “marcas” a la hora de comprar era una de las cosas poco apreciables en las que podía incurrir un ciudadano latinoamericano. Ello, creía, le delataba como un pueblerino que se deslumbra ante la magia publicitaria de las grandes mentes del mercantilismo planetario. Para decirlo de modo coloquial: dejaba que le metieran el dedo en la boca… y le gustaba.

Eso, claro, hasta que llegué  a Rusia.

 

“The Sky is yours…”. Distintas etapas del viaje: la partida, ¿quiénes irán en ese avión?, sobre algún punto del planeta Tierra y el firmamento a pocos minutos de llegar a Moscú.

 

Pues bien, no puedo sino que atribuir a la escasa información que en América se difunde respecto a Rusia el que yo llegará a esta nación pensando que me encontraría casi con una “ex Unión Soviética” que había ingresado sólo de modo tangencial en la modernidad y la globalización.

Lo cierto es que cuando iba en el avión rumbo al aeropuerto Domodedovo (en ruso: аэропорт Домодедово) tenía una ligera incertidumbre respecto a si me encontraría con una sociedad democrática, pero más bien cerrada en lo económico y, por lo tanto, ajena a las manifestaciones occidentales.

Esta idea nacía de las apreciaciones parcializadas –y, claramente malintencionadas- que había recibido en mi juventud. En términos bien simples: aquí estoy aludiendo a la “satanización” que en Chile hizo Augusto Pinochet y los personeros de su gobierno respecto a la Unión Soviética durante 17 años (1973-90), un discurso monocorde y autoritario que buscaba penetrar -en mayor o menor grado- en la conciencia de la población, sobretodo en la de quienes estábamos creciendo. De todas formas, el general que encabezó el golpe de Estado que derrocó al presidente Salvador Allende se tomaba las cosas con calma y minimizaba los alcances de su régimen. "Ésta no es una dictadura, sino más bien una dictablanda", dijo en 1983.

En otro plano, Pinochet no se cansaría de sostener que existía una “conspiración” del “marxismo internacional” destinada a derrocarlo o, al menos, atentar contra sus políticas. Para él, la cúpula directiva de tal movimiento estaba bien clara. “El demonio es manejado por Moscú”, fue una de sus conocidas alocuciones en tal sentido. Otra de sus singulares expresiones de “filosofía” política fue: "El marxismo es como un monstruo de siete cabezas. Uno corta una cabeza, y todavía quedan seis. Corta otra, y quedan cinco". Incluso se las ingenió para hacer públicas sus originales reflexiones ya alejado del poder y vistiendo como civil en los años 90. Aquí, su dictamen respecto a la perestroika:“Son los principios leninistas, envasados en otro papel”

Augusto Pinochet Ugarte (1915 - 2006), general
que encabezó la dictadura (o regimen militar, según el enfoque) que gobernó Chile entre 1973 y 1990.

 

Dueño del poder total y la supervigilancia absoluta de los medios de comunicación, el general no cesó de reiterar que existía una confabulación del “marxismo internacional” en su contra. Obviamente, de acuerdo con su visión, la campaña era dirigida desde la URSS.

Probablemente, similares diatribas antisoviéticas fueron difundidas durante décadas y con todo desparpajo por variados gobernantes totalitarios o vinculados a la derecha neoliberal de Hispanoamérica, tal como lo hizo Pinochet. Y tal “mensaje” atravesaría varias generaciones.

Mientras tanto, otro fenómeno sacudiría la zona: el esparcimiento -con características de tsunami- de todas las “bondades” de la cultura “yanqui: los Mcdonalds y la comida chatarra; la música pop, Michael Jackson y Madona; los graffittis y los comics de la Marvel; los play stations y las películas de acción made in Hollywood; los Levi's y la American way of life; Terminador, Titanic y Matrix; Microsoft Windows y I love New York; Mike Tyson, Chuck Norris y Leonardo DiCaprio; el cine gore, la violencia y las armas; Tom Cruise y la Liga de la Justicia; Barbie, el Rap, el Hip Hop y Larry King; el Pato Donald y Superman; la NBA y la WWF; Calvin Klein, Hulk Hogan y Oprah Winfrey; Halloween, Jimmy Swaggart y Brad Pitt; los talk shows, Friends y Hanah Montana, todo ello junto al particular sentido del humor estadounidense…

Así es que aquel “adulto joven” sudamericano con la “cabeza llena de sueños” estaba a punto de descender en Rusia con todo aquel material de alto voltaje pululando en su interior.

¿Y qué se encontraría al bajar del avión?

(Este extraño ensayo socio cultural/político lingüístico… continuará)

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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