Crisis alimentaria: el negocio de generar hambre

Maximiliano Sbarbi Osuna

La tendencia alcista de los precios de los alimentos ya batió el récord registrado en 2008. Las causas son la especulación de los oligopolios, que median entre exportadores y compradores de productos primarios. Esos mismos intermediarios son además dueños de las patentes de las semillas transgénicas y de los fertilizantes y agroquímicos, lo que genera una dependencia del pequeño y mediano productor de las mismas compañías que luego fijan y especulan con los precios de los alimentos en el mercado. ¿Cuáles son las medidas que los Estados y los pequeños productores agropecuarios deberían tomar para evitar la quiebra y que se garantice la alimentación básica a millones de personas? 
 
El senado chileno suscribió meses atrás un tratado internacional por medio del cual las semillas creadas por los campesinos e indígenas, que habitan esas tierras desde hace siglos y que son el resultado de la cruza de especies, son vendidas a empresas como Monsanto, que aducen la legitimidad de su compra al tratarse de una nueva especie manipulada genéticamente por las compañías transnacionales. De esta manera, los pequeños productores se ven afectados, en todos los eslabones de la cadena de producción alimentaria. Precisamente éste es uno de los orígenes de la crisis alimentaria con precios récord -que está experimentando el mundo actualmente- y que crea el riesgo de que mil millones de personas se vean afectadas por la hambruna.

Las causas de la crisis

Se suele señalar que el alza de los precios de los alimentos se debe a que los países exportadores limitaron su producción y venta al exterior para protegerse de una eventual escasez y satisfacer así el mercado interno. Esto produjo que los países que no producen alimentos suficientes se vieran afectados por la falta de alimentos básicos en el mercado mundial y por un ineludible aumento de los precios ante la baja oferta.

Sin embargo, aunque esto se produjo a partir de mediados de 2011, fue una profecía autocumplida, ya que las sequías en los países productores fueron mínimas y la cantidad de producción alimentaria marcó un récord en 2010. El temor ante una supuesta escasez anunciada por el Banco Mundial llevó a los productores a reducir la exportación, con lo que de hecho los precios se vieron afectados. Además, el incremento del cultivo de maíz y azúcar destinado a generar biocombustibles, también afecta a la producción alimentaria.

La mano visible del mercado

De acuerdo con un informe presentado por el Parlamento Europeo, la existencia de un intermediario entre los países productores y los importadores de materias primas, llamado mercado mundial de alimentos, es el que genera el verdadero incremento de los precios en un 50%, debido a su tendencia especulativa. Asimismo, según el organismo de la ONU que se encarga de la alimentación, la FAO aduce que a pesar de que la exportación de alimentos -iniciada a mediados de 2010- haya sufrido una caída, existen reservas que permiten afrontar 11 veces el déficit de los países importadores.

Por eso, la mayor causa del aumento de precios no es la reducción de la exportación, sino que existe un oligopolio intermediario entre los exportadores y los compradores de alimentos, que son las empresas internacionales como Monsanto y Cargill, que almacenan grandes cantidades de materias primas para especular sobre el stock y por ende sobre los precios.

Por otro lado, las presiones de las compañías gigantes -que dominan el mercado agrícola-llegan a tal punto que fuerzan a ciertos países en dificultades económicas a reducir la elaboración de un cierto producto para que lo adquieran en el mercado internacional, dominado por esas empresas. Esto se produce a través de las entidades prestamistas como por ejemplo el Banco Mundial, que otorgan créditos a altas tasas para que los países compren los productos que dejaron de fabricar, con el nocivo efecto de propiciar un mayor endeudamiento. Esta maniobra fue denunciada en marzo de 2012 por el relator de la ONU para el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter.

Los agricultores también pierden

No sólo la tendencia alcista de los precios de los alimentos va a perjudicar a mil millones de personas durante 2011, de acuerdo con el Banco Mundial, sino que los pequeños y medianos productores tienden a desaparecer en el mundo, dado que la cadena productiva (elaboración de semillas, insumos, intermediación y distribución) se concentra en pocas manos.

La introducción de semillas genéticamente modificadas a través del Tratado de Comercio Mundial adoptado por varios países a comienzos de la década del noventa, acrecentó la dependencia de los fertilizantes y pesticidas, dado que este tipo de granos requieren de un mayor tratamiento químico para que la cosecha sea abundante. Esto sucede en India y ahora también en Chile con la firma del tratado de venta de semillas.

Los campesinos -además- se ven afectados porque la utilización de las semillas transgénicas produce mayores cosechas, pero se necesita comprar otra partida para volver a sembrar, lo que origina un enriquecimiento de los monopolios de granos y obliga a los campesinos a solicitar nuevos créditos.

Muchos expertos en agricultura estimulan una nueva revolución verde, pero el uso de transgénicos necesita de mayores pesticidas que contaminan el agua, matan al ganado, lo que produce un aumento del precio y envenenan al suelo, volviéndolo improductivo. Todos estos factores son nocivos para la seguridad alimentaria a largo plazo.

Solución: una mayor regulación

El escenario ideal sería que entre los productores y los consumidores exista una regulación mundial de los alimentos que protegiera a ambos extremos de la cadena . También, debería existir una mayor presión por parte de los Estados, como el chileno, para que los pequeños campesinos no se endeuden y que no se vean obligados a comprar las semillas genéticamente modificadas, que lo único que va a provocar es su desaparición y la contaminación del suelo y del agua. Pero el gobierno chileno asegura que se vio obligado a vender la semilla por los tratados de libre comercio suscriptos con Estados Unidos, Japón y la Unión Europea. Esto mismo sucede en India. Los agricultores no logran pagar sus deudas con los proveedores de granos, fertilizantes y pesticidas, por lo que miles se suicidan anualmente.

Por eso, otra solución además de la regulación sería volver a la agricultura ecológica, con abonos naturales, dado que requieren de una menor cantidad de pesticidas y aunque a corto plazo produzcan cosechas menos abundantes, la tierra no se agota por el monocultivo, no se contamina con los agroquímicos y por otra parte no se requiere de la compra de las semillas transgénicas para volver a sembrar.

Mientras el oligopolio alimentario controle el comienzo de la cadena productiva al ser proveedores de los insumos y luego intermediarios entre vendedores y compradores y además grandes influyentes en las decisiones de los organismos multilaterales de crédito, la desaparición de los pequeños y medianos agricultores, la contaminación de los suelos, el monocultivo y la tendencia alcista de los precios va a ser una realidad cada vez más cotidiana.