La República Centroafricana y Sudán del Sur son dos países que ciertamente se ven envueltos en una violencia inter religiosa e inter étnica, sin embargo en el primer país nunca hubo enfrentamientos entre musulmanes y cristianos y en el segundo no hay registros de importantes rivalidades entre las dos etnias mayoritarias: dinka y nuer. Estos dos nuevos conflictos están alcanzando importantes niveles de violencia en África. En ambos el denominador común es el interés de las potencias en los recursos y en su situación geopolítica y además que en los dos países se autoriza una intervención militar de Francia, Estados Unidos y otras naciones africanas, responsabilizando del caos a una supuesta rivalidad étnica o religiosa.
La mayor parte de las guerras étnicas africanas del siglo XX y XXI no han sido originadas por ancestrales odios tribales, como sugieren algunos analistas. Por el contrario, estas rivalidades entre poblaciones fueron exacerbadas desde el inicio de la colonización, que derivó del reparto de África en la Conferencia de Berlín de 1885.
En Centroafricana, Francia aprobó el envío de tropas para detener el enfrentamiento religioso en su ex colonia.
París considera importante a este país por su ubicación estratégica, ya que se encuentra al sur de Chad (cuyo gobierno es aliado de Francia), al este y sudeste de Sudán y Sudán del Sur (que mantienen una guerra de baja intensidad, luego de décadas de cruentos enfrentamientos), al norte de la República del Congo, que ha vivido la peor masacre desde la Segunda Guerra Mundial, con cinco millones y medio de muertos por los enfrentamientos entre compañías francesas, estadounidenses y chinas por los recursos minerales.
En cambio, en Sudán del Sur existe una inédita rivalidad armada entre los miembros de las etnias dinka, a la que pertenece el presidente y nuer, a la que pertenece el ex vicepresidente acusado de golpista por el primer mandatario.
Anoche, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el envío de 5.500 soldados más, sumando un total de 12.500.
El invento de Sudán del Sur
Las décadas de Guerra Civil entre Sudán del Norte y la zona meridional, que dejó más de 2 millones de muertos. Detrás de la rivalidad interna se encontraban los intereses energéticos de China y Estados Unidos, pero ambas naciones alcanzaron actualmente un acuerdo por medio del cuál se benefician de las cuantiosas reservas petroleras del joven Estado, nacido hace sólo dos años.
La celebración del referéndum independentista de Sudán del Sur de 2011 es el resultado de un conflicto geopolítico, protagonizado por Estados Unidos y China, que gira en torno a las cuantiosas reservas petroleras de Sudán.
China, por su parte, previendo que era posible la independencia de Sudán del Sur, comenzó a construir un oleoducto de 1.400 kilómetros que conecta esta región meridional con el Océano Índico, a través de Kenia. Entre tanto, incrementó los contactos diplomáticos con los líderes del Sur, para asegurarse las ganancias petroleras de un futuro Estado. Además inició una desinversión en Sudán del Norte, para no quedar atado al aislado gobierno del presidente de Sudán, Omar Al-Bashir, que aun mantiene el apoyo de la Liga Árabe y de la Unión Africana, y diversificar así las fuentes energéticas.
Estados Unidos vs China
Pekín es un voraz comprador de petróleo, que ha establecido contactos comerciales desiguales con casi todos los países africanos para proveerse principalmente de los recursos energéticos que sustenten a sus expansivas industrias. Esto lo ha llevado a sostener al dictador de Sudán, Al-Bashir, que está en el poder desde el golpe de 1989.
El Norte de Sudán, compuesto mayoritariamente por árabes y musulmanes, dominó al Sur del país, que está poblado por diversas tribus negras, de religión cristiana y animista. Al-Bashir dirige al país, con el apoyo económico y militar de China, desde Jartum, la capital que se encuentra ubicada en el Norte. A cambio, Sudán le otorga el petróleo que Pekín necesita.
En tanto, en el Sur se encuentran alrededor del 80 % de la reservas de petróleo de las que el Norte se beneficia, ya que posee la infraestructura para el proceso del crudo y además los gasoductos para la exportación. La inequitativa distribución de las regalías que aportaban los hidrocarburos, fueron los que encendieron la mecha del conflicto armado Norte-Sur.
Durante la Segunda Guerra Civil sudanesa (1983-2004), las empresas occidentales se alejaron de Sudán por la inseguridad que generaba el conflicto. Sin embargo, China se fue acercando de a poco y armando al gobierno del Norte, que es el que tiene la llave del petróleo del Sur.
Paralelamente Washington, a través de países aliados como Kenia y Etiopía proveía de armas a la guerrilla sureña Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), comandada por John Garang. Pero, en 1998 luego de la voladura de las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania, el gobierno de Bill Clinton reaccionó bombardeando unas instalaciones sudanesas en las que de acuerdo con Estados Unidos se producían armas químicas, pero según Sudán, era un laboratorio que elaboraba medicamentos.
Pero también, otro motivo de la rivalidad entre Washington y Al-Bashir surgió entre 1994 y 1996, cuando Sudán le brindó asilo a Osama Bin Laden.
De esta manera, con el financiamiento de ejércitos opuestos, detrás de la Segunda Guerra Civil, se encontraba la lucha por el petróleo entre Estados Unidos y China.
¿Guerras étnicas?
Tras la derrota de los rebeldes en Siria armados por Francia y el fin de la misión militar en Malí, París dedica ahora el esfuerzo de recuperar la República Centroafricana, como plataforma para el dominio del corazón del continente.
La excusa para la intervención militar de las potencias es siempre la misma falacia: guerras étnicas o religiosas ancestrales y precoloniales, cuando en realidad el mapa actual de África ha sido delimitado artificialmente en Berlín en 1885 y sus conflictos derivan del neocolonialismo por los recursos de las potencias europeas, Washington y China.