Sorpresa en las elecciones de Brasil. ¿Qué sucedió?

Maximiliano Sbarbi Osuna

¿Por qué Marina Silva no obtuvo el milagro anunciado? ¿Qué chances tiene Aécio Neves de vencer a Dilma Rousseff? ¿Cuáles son las estrategias para la segunda vuelta?

La primera sorpresa con la que se encontró el electorado brasileño es el 21% obtenido por la candidata Marina Silva, que se vislumbraba durante la campaña como la elegida para ganarle en un ballotage a la presidenta Dilma Rousseff.
La segunda, es el escaso margen con que los dos candidatos mayoritarios llegarán a la segunda vuelta el 26 de octubre, sólo el 7,5%.
 
Si nos detenemos a analizar el porqué de la caída de Marina Silva, surgen dos posibles respuestas. La primera es que nunca haya alcanzado semejante intención de voto anunciada previa a las elecciones, superando en algunos casos a la mandataria, y que en realidad su popularidad haya sido exacerbada deliberadamente por el PT de Rousseff para neutralizar al opositor Aécio Neves.
 
Otra explicación sería que las escasas definiciones en temas importantes de Silva, como por ejemplo el no poder explicar cómo iba a obtener los recursos para cumplir la meta de ampliar los subsidios a los municipios y el rechazo al matrimonio igualitario y el aborto, ahuyentó tanto a las bases de izquierda como a los mercados que temieron una suba de impuestos para financiar el gasto público.
 
La estrategia de situarse en el centro, para por un lado atraer a las clases dominantes y por el otro dejar conformes a los millones de excluidos, le habría jugado en contra.
 
La segunda vuelta

Dilma Rousseff podría ganar el ballotage, sin embargo para hacerlo deberá establecer alianzas con partidos políticos más allá del histórico acercamiento al PMDB. Esta acción podrá darle la victoria, pero le quitaría vuelo propio al proyecto transformador del PT, que lleva 12 años incluyendo en el sistema a los habitantes relegados, tanto en salud educación y vivienda.
 
Las expectativas en 2003 cuando asumió Lula eran muy altas. El PT no pudo cumplirlas en su totalidad. Aunque, de acuerdo con la CEPAL, la pobreza bajó del 36,4% al 18,6%.
 
La estrategia de Neves ya se hizo visible en el discurso pronunciado el domingo a la noche tras conocerse los resultados: captar a la mayor parte de los votantes de Silva, con lo que se aseguraría un cómodo primer puesto.
 
Pero, el programa electoral de la socialdemocracia brasileña es conocido: propone una mayor apertura al capital privado, la autonomía del Banco Central, la concreción de más acuerdos bilaterales con Europa y Estados Unidos y frenar el acercamiento a los BRICS para evitar la construcción de un mundo multipolar.
 
El Brasil pendiente

A pesar de ser la octava economía del mundo, Brasil está en recesión y su índice de desigualdad entre ricos y pobres es uno de los más altos de la región, superando por ejemplo al emblemático Paraguay.
 
La inseguridad urbana cuadriplica a la de Argentina y en algunas ciudades, como Fortaleza, los asesinatos se equiparan a países en guerra como Irak.
 
Brasil tiene industrias fuertes, sin embargo la economía sigue dependiendo de la exportación de materias primas. El descubrimiento de los grandes yacimientos petroleros podría ser una gran oportunidad para el futuro económico brasileño, si se lo sabe utilizar.
 
Los mercados demostraron que siguen sin preferir al PT, a pesar de que en los últimos 12 años las inversiones crecieron. Pero, siempre antes de las elecciones, cuando Rousseff fue favorita la bolsa cayó.
 
A pesar de la insistencia de la presidenta en establecer "mudanças" (cambios), el escaso margen que la separa de Neves la va a obligar a hacer alianzas y por ende ser más conservadora y a arriesgar menos para evitar perder la reelección y pagar esos votos.
 
Esto significa que, en el mejor de los casos, el Brasil inclusivo soñado por Lula no va a ver grandes cambios, va a continuar la obtención de energía sin cuidar el medioambiente –denunciado por Silva– por el establecimiento de más plantas hidroeléctricas en la selva y la extracción de los hidrocarburos, los acuerdos con los agrodiputados van a tener que continuar sea quien fuere el presidente. Lo mismo con los mercados, no se puede implementar políticas inclusivas importantes si no se realiza una revolución profunda del sistema político económico y social.