Indignados en el Olimpo

Vuelven a desfilar por las calles de Atenas los nostálgicos de la esvástica setenta años y miles de muertos después. Con uniformes paramilitares y al amparo de un gobierno que no ve o no quiere ver el problema, apalean inmigrantes de tez no aria o griegos que cometan el mortal error de pensar diferente. Así moría hace unos días el cantante Pavlos Fyssas, que usó el micrófono y la palabra como arma en un país donde vuelve a pagarse caro el atreverse a hablar.
 
Dicen que Grecia fue la cuna de la civilización Occidental. Y que de esta rica tierra madre de grandes filósofos, surgió la semilla de la democracia. En su mitología, Zeus era "el padre de los dioses y de los hombres", y gobernaba en el Monte Olimpo como un padre de familia. Entre otros de sus muchos títulos, “Zeus Xenios”, era el patrón de la hospitalidad y los invitados, presto a vengar cualquier injusticia cometida contra un foráneo.
 
Muy negro tenían el humor y el corazón los políticos griegos que en 2012 denominaron “Zeus Xenios” a la operación de caza y captura de inmigrantes, que solo en un fin de semana detuvo a 6000 sospechosos del flagrante delito de inmigración ilegal. De esta manera los políticos se sumaban al discurso  de los nazis trasnochados, culpando al extranjero del desastre económico por ellos creado, y usurpando el trono del Dios de dioses para confirmar que, al igual que las pensiones, la educación, la sanidad y el salario digno, también era cosa del pasado en sus dominios la hospitalidad.