La Iglesia Católica es la más importante institución cristiana del mundo. Ha transitado por profundos cambios para alinearse con los "signos de los tiempos" que corren. La clave para comprender el éxito de sus más de dos milenios de existencia la hallaremos en su propio nombre: la Iglesia es "Apostólica" (se apoya sobre la vida y obra de los discípulos directos de Jesucristo); es "Católica" (de griego καθολικός que significa universal; hoy diríamos "global"); y por último, es "Romana" (geográfica, cultural y geopolíticamente).
A pesar de los cientos de miles de primeros cristianos que fueron martirizados por los Emperadores Romanos, en verdad la Iglesia le debe mucho a Roma. No sólo fijó su sede central en el corazón de la Ciudad Eterna, sino que adoptó su idioma secular – el latín – convirtiéndolo en lengua sacra; absorbió gran parte de la estructura legal y administrativa romana, y adoptó muchos de sus símbolos, conceptos y estilos.
Así, el "Pontífice" – constructor de puentes – tiene la llave de la Salvación Eterna, y el propio nacimiento de Cristo lo celebramos el 25 de diciembre igual que Roma celebraba el de Mitra, dios iraní traído por los Legionarios Romanos cuando regresaron de lejanos confines orientales del Imperio. Incluso la Cruz – símbolo supremo de Martirio – era un artefacto creado por los romanos.
Independientemente de la opinión y Fe de cada uno, la verdad es que la Iglesia ha sobrellevado muy bien el paso del tiempo. Desde luego que hoy se la ve un poco cansada, desgastada y gris, mas sigue siendo la institución más antigua de Occidente, con dos mil años de continuidad, habiendo fijando su sede en la propia Roma. En verdad, es mucho tiempo.
¿Existirá algún plazo máximo vital para las instituciones colectivas que debe medirse en períodos muy extensos, que no logramos comprender dado que nuestras propias breves vidas nos obligan a pensar en tiempos muchísimo más cortos?
Tiempo, tiempo y tiempo
Las sutiles leyes que gobiernan el paso de los milenios seguramente son diferentes a nuestro moderno, materialista y cortoplacista concepto del tiempo. En verdad, en la Antigüedad había tres conceptos distintos para abordar el tiempo: "Cronos", que describía el tiempo profano y lineal; "Kairos" que señalaba los momentos significativos de la vida cuando Dios o los dioses manifestaban su plan divino a los hombres: "hitos cósmicos", podríamos llamarlos; y "Aion", del dios romano de los periodos muy extensos de tiempo cíclico, de donde se deriva el vocablo moderno "eón".
La historia de la Iglesia parece decirnos que Cronos deviene dentro de Kairós, que son sus hitos cargados de significado y que ayudan a explicar lo "profético" ("Mi "kairos" aún no ha llegado" le responde Jesús a su Madre cuando las Bodas de Cana…). Ambos, a su vez, se insertan dentro de Aion, el cíclico "tiempo de las edades" en que cambios sutiles, lentos y a muy largo plazo surgen y decaen dentro de la psique colectiva de los hombres.
En la oscura y aguda crisis que vive el mundo actual, ¿habrá algunos hombres iluminados dentro de la propia Iglesia que han comprendido estos complejos mecanismos, y les están permitiendo que se manifiesten según su naturaleza misteriosa?
El año pasado, el papado atravesó un hito – un "kairós" – sin precedentes cuando el papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) abdicó para ser reemplazado un mes después por el actual papa Francisco (Jorge Bergoglio).
¿Se debió este vuelco insólito en el orden sucesorio y ordenado al trono de San Pedro, según el cual los nuevos papas siempre ascendían luego de muerto su antecesor, tan sólo al hecho de que Benedicto se sintió demasiado viejo, cansado y débil para seguir desempeñando sus funciones mundanas y espirituales?
Pedro y Pablo: fundadores de la Iglesia
San Pedro (Simón Pedro, en latín; Petrus, la piedra) murió alrededor del año 64 AD crucificado por el emperador Nerón Augusto César. Fue uno de los doce discípulos originales ordenados por Jesucristo de quién dijo sería "la Piedra de mi Iglesia" (Mateo 16:18), que la Iglesia considera como su primer papa. La Tradición sostiene que Pedro fue crucificado donde hoy se erige la Capilla Clementina y que sus huesos descansan debajo de la Basílica de San Pedro.
San Pablo, es un caso distinto. Su nombre judío era Saulo; era más joven que Pedro y no formó parte de los doce apóstoles directos de Jesús. En realidad, Saulo comenzó persiguiendo a los discípulos de Jesús en Jerusalén, pero un día mientras se encaminaba hacia Damasco se le apareció el Cristo resucitado como poderosa Luz que lo encegueció. Luego de tres días, recuperó la vista y "habiendo visto la Luz", se convirtió, cambio su nombre al de Pablo, y comenzó a predicar que Jesús de Nazaret era el Mesías y el Hijo de Dios.
Pablo fue un intelectual prolífico y brillante: catorce de los veintisiete libros del Nuevo Testamento son tradicionalmente atribuidos a él. Sus Epístolas forman la columna vertebral de la teología, la fe y el ritual cristianos, no solo para el catolicismo sino también para ortodoxos y protestantes.
Pablo predicó principalmente a los paganos y a menudo se lo conoce como "el Apóstol de los Gentiles", mientras que Pedro mantuvo unidos a los judíos convertidos a la nueva Fe a pesar de las grandes persecuciones.
Podríamos decir que el leal Pedro es el "corazón" de la Iglesia – la mismísima piedra sobre la cual fue erigida y hoy sigue en pie en Roma; mientras que el brillante Pablo fue el "cerebro" de la Iglesia, forjador del Dogma que se mantiene hasta nuestros días (o casi, luego del Concilio Vaticano II…)
En términos generales, casi podemos decir que Pedro y Pablo magistralmente fundaron juntos la estructural mundana, temporal y espiritual de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. No ha de sorprender entonces que el santoral de la Iglesia los honre juntos el 29 de junio, Fiesta de las Solemnidades de San Pedro y San Pablo.
Veamos ahora a la Iglesia de nuestros días.
¿Estaremos presenciando hoy un reflejo contemporáneo de aquellos dos magníficos fundadores de la Iglesia Romana – Pedro y Pablo – que trabajaron juntos, vivieron juntos y casi murieron juntos, en los dos pontífices que hoy también viven y trabajan juntos (y probablemente mueran juntos) en Roma, Francisco (el papa "verdadero") y Benedicto XVI (el papa "emérito" retirado)?
La Lista de San Malaquías
Malaquías fue un santo irlandés del siglo XI, arzobispo de Armagh, y el primer hijo de Irlanda a ser canonizado. Hoy, sin embargo, Malaquías es más conocido por la visión apocalíptica que tuvo mientras viajaba a Roma, que rápidamente anotó, en la que "vio" a los 112 papas que reinarían luego de su tiempo hasta el Día del Juicio Final y la Segunda Venida de Jesucristo.
Aquella "Lista de Malaquías" quedó olvidada durante cuatro siglos hasta que el monje benedictino Arnold de Wyon la descubrió y publicó en el año 1590, llamándola la "Profecía del Fin de los Tiempos". Muchos investigadores, sin embargo, la consideran una falsificación del siglo XVI.
Puede que así sea… Sin embargo, hay algo muy extraño en la manera en que las 112 oscuras frases en latín que Malaquías asignó a cada uno de los 112 futuros papas a partir del Clemente II, parecieron luego revelarse como verosímiles - sea de manera pequeña o portentosa - en los sucesivos obispos que a lo largo de los siglos ascenderían al trono de San Pedro.
Si se trató de una falsificación, ¡decididamente fue urdida de manera muy inspirada! O, como dicen los italianos, se non e vero e ben trovato.
Agreguemos a esto otro factor insólito: el del tiempo. Desde el momento en que Malaquías anoto su visionaria Lista, hemos visto algunos papas reinar largos años como Pio IX y Juan Pablo II (31 y 26 años, respetivamente), mientras que otros tuvieron reinados tristemente breves, como los 33 días de Juan Pablo I.
Ante semejantes enormes variaciones en la duración de los sucesivos papados, la Lista de Malaquías bien podría haberse desviado siglos enteros terminando demasiado pronto (hace ya siglos), o sino transcurriendo demasiado lentamente (teniendo aún siglos por cumplir); y sin embargo…
Aquí nos encontramos en el Año de Nuestro Señor de 2014, viendo al ultimo papa de la Lista de Malaquías en el trono de San Pedro: un hombre que acaba de cumplir 78 años y que no debiéramos esperar que viva demasiadas décadas más…
De manera que conviene no descartar tan a la liviana el mensaje del viejo San Malaquías, a pesar de que su insólita Lista haya sido manoseada y banalizada por quienes se adscriben al "New Age" o "Zeitgeist". Después de todo, no olvidemos que en su Irlanda nativa, Malaquías era arzobispo del pueblo de Armagh, que tiene claros ecos de Armagedón... A menudo, Dios escribe verdades derechas con renglones torcidos…
¿A dónde vamos desde aquí?
¿Se habrán activado algún sutil factor psicológico colectivo en este tema? ¿Lo que muchos hoy sienten como la proximidad de "tiempos finales apocalípticos", será el reflejo de algún arquetipo colectivo hasta ahora adormecido? ¿De lo que hablara e investigara tan profundamente el psicoanalista suizo Carl G Jung en el siglo pasado?
Sin embargo, también puede que exista un fuerte componente de profecía auto-cumplida en todo esto.
En 1935, el dramaturgo inglés T. S. Eliot escribió una obra teatral llamada "Asesinato en la Catedral", en la que relata el asesinato en su propia catedral de Canterbury de su arzobispo Tomás Becket por dos caballeros al servicio del rey Enrique II Plantagenet de Inglaterra.
Rey y arzobispo estaban enemistados por una lucha política respecto de quién debiera tener la última palabra en los asuntos mundanos: si el rey instalado en Londres o el papa instalado en Roma.
En una magnifica escena, al ver acercarse a los caballeros armados del Rey Enrique, monjes leales a Becket pretenden bloquear las puertas de la Catedral para proteger al arzobispo. Becket, sin embargo, da la orden que las puertas permanezcan abiertas de par en par, atrayendo así y por propia voluntad su martirio; una verdadera "Imitación de Cristo" en el sentido de que la profecía siempre "debe cumplirse", lo que a Becket le ganó la santidad.
Cuando antiguas profecías se tornan sagradas y se enquistan profundamente en la psique colectiva, suelen generar una cada vez más fuerte compulsión inconsciente entre los pueblos de vivirlas en el tiempo y el espacio; casi como si fueran una obra teatral o una ópera.
Esta fascinación colectiva no disminuye por el mero hecho de que sepamos exactamente como concluirá el drama, se trate del Asesinato en la Catedral, Hamlet, Macbeth, Fausto, el Anillo del Nibelungo wagneriano, o …. La Lista de Malaquías.
Secreto de Secretos
¿Se estará dinamizando, consciente o inconscientemente, la materialización de estas profecías desde los corredores más profundos y ocultos del Vaticano, que tantos secretos y misterios ocultan?
Veamos a los cuatro últimos papas de la Lista de Malaquías:
- Juan Pablo I (109 de la Lista): Malaquías lo denominó "De la media luna". El pobre Albino Luciani fue entronizado durante una media luna en 1978 y hallado muerto 33 días despues durante la siguiente media luna...
- Juan Pablo II (110 de la Lista) fue descripto como "De las labores del sol" (que algunos interpretan como del eclipse – labor - solar): Karol Wojtyła nació durante un eclipse solar y sus funerales solemnes se realizaron durante otro eclipse 84 años después…
- Joseph Ratzinger (111 de la Lista) es denominado "Gloria del olivo". El nombre elegido por Ratzinger honra a San Benedicto de Nursia, fundador de la orden de los benedictinos una de cuyas ramas son los Oliventinos...
Pero entonces el año pasado ocurrió lo inesperado: Benedicto XVI abdicó, generando gran expectativa respecto del siguiente, y aparentemente ultimo, papa. Pues la Lista de Malaquías concluye con el papa 112 al que en lugar de asignar una breve descripción, le coloca el siguiente mensaje tremendo: "Durante la última persecución de la Santa Iglesia Romana reinará Pedro el Romano, quien apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la ciudad de las siete colinas (¿Roma? ¿Jerusalén?) será destruida y el tremendo Juez juzgará a su pueblo. Fin."
Ese papa 112 sería el argentino Jorge Mario Bergoglio quien felizmente no eligió como nombre papal el de Pedro. En verdad, desde el primer Pedro, jamás algún papa eligió el nombre Pedro, tabú no aplicado a Pablo (hubo seis papas con su nombre).
Si San Pablo fue el "cerebro" de la Iglesia, ¿podemos ver en Benedicto XVI su contraparte moderna? Un intelectual brillante, frio, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, hombre alejado de las cosas mundanas?
Y si Pedro fue la "piedra" sólida, emotiva y simple sobre la cual Jesús erigió su Iglesia, ¿será Francisco – que tan rápidamente conquistó los corazones de católicos y no católicos con su estilo cálido, simple, llano y sin sofisticación – su contraparte moderna?
Hace seis siglos que la Iglesia no tenía a dos papas vivos al mismo tiempo. Aunque San Pablo jamás fue papa, reunir hoy a "Pedro y Pablo" nuevamente para "juntar fuerzas" - por así decirlo - en estos tiempos tan desafiantes para la Iglesia y su grey no parece una mala idea.
Especialmente viendo como todos los pueblos son agredidos por una misma compacta y oscura elite de poder que se ha enseñoreado sobre el mundo. Innegablemente todo ello viene cargado de oscuros presagios.
Pues estos son tiempos de "guerras y rumores de guerras" promovidos por las élites enquistadas dentro de EEUU, el Reino Unido, la Unión Europea e Israel (que hemos dado en llamar los "Cuatro Jinetes del Apocalipsis"): Ucrania y Siria; Corea, África e Irak; Afganistán, Egipto y Malí; Somalia, India, Paquistán, Libia, Crimea y, Sudán; Chechenia e Irán; las parasitarias deudas impuestas por la internacional dorada y la amenaza creciente de la bomba atómica…
¿Estará tomando la Iglesia mucho más en serio a San Malaquías de lo que admite abiertamente? ¿Habrá considerado que hoy resulta particularmente prudente "prepararse para lo peor, mientras se reza para que ocurra lo mejor"?
Si resultara ser cierto que, con toda la sabiduría, información, Profecía, verdades secretas, evidencia condenatoria y evidencias inconfesables hoy escondidas en los recovecos y salones más profundos del Vaticano, la Iglesia misma se prepara para lo peor, entonces quizás todos nosotros haríamos bien en seguir su ejemplo.
Las tragedias políticas suelen ocurrir porque relatos vitales son suprimidos; información clave es ocultada, y lo obvio no es reconocido.
Miles de millones de hombres y mujeres en todo el mundo experimentarían un cambio colectivo de entendimiento si esas Verdades vitales fueran reveladas al mundo; si los verdaderos culpables fueran desenmascarados; si perversos buscapleitos fueran justicieramente castigados, y si los leales buscadores de la Verdad fueran escuchados y honrados.
Hoy, más que nunca, el mundo está necesitado de un Mensaje Vital.
Quizás ya sea hora que la Ciudad Eterna hable con total claridad y urgencia… Pues si la Verdad no ha de venir de Roma, inspirada en el espíritu de Pedro y Pablo y por voluntad divina, entonces ¿de dónde habría de venir esa Verdad que hoy los pueblos tanto anhelan y necesitan? El mundo espera con aliento contenido…
Feliz Navidad y Paz a los hombres de buena voluntad…
Adrian Salbuchi para RT
Adrian Salbuchi es analista político, autor, conductor del programa de televisión "Segunda República" por el Canal TLV1 de Argentina. Fundador del Proyecto Segunda República (PSR) – www.proyectosegundarepublica.com