Crímenes de guerra japoneses: ¿Perdón...?

Adrian Salbuchi

China y Corea del Sur están muy enojados con el primer ministro japonés Shinzo Abe luego de su visita al Templo Yosukuni en Tokio que honra a unos 2.500.000 de japoneses – tanto militares como civiles – muertos en guerra.

Muchos están enojados con el primer ministro porque entre los caídos cuya memoria se honra en el Templo Yosukuni del siglo XIX, hay héroes de la segunda guerra mundial que fueron clasificados como “criminales de guerra” por las fuerzas de ocupación estadounidenses.  Ello incluye catorce “Criminales Clase-A” acusados de “planificar la guerra”, entre ellos, el general Hideki Tojo, líder japonés durante la guerra, ejecutado por los norteamericanos en 1948. 

La Historia Oficial

La verdad es dura y triste: cuando un país gana una guerra no sólo tiene derechos totales sobre el territorio de la nación vencida, sino que también adquiere el control total y arbitrario sobre sus ciudades, tierras, población, recursos, plantas, patentes, fuerzas militares, derechos internacionales, etc. 
 
También se gana el “derecho” a (re)escribir la historia del conflicto que condujo a la guerra.  Se hace del derecho de imponer su propio punto de vista como “la verdad”, acusando al país derrotado de ser “maligno, equivocado, criminal y ambicioso…” 
 
Esto es tan viejo como el Hombre: “nosotros somos los buenos; los otros son siempre los malos”.  “Nuestros muchachos son héroes; los otros son monstruos diabólicos que merecen ser muertos hasta el último bebe de 2 años”.  
 
Si observamos la gigantesca propaganda de los últimos 70 años, veremos que nada ha cambiado en los siglos XX y XXI.
 
Japón se mantiene firme

Efectivamente, ¡y merece ser admirado por ello! Compárese al Japón sino con la permanente auto-flagelación de los alemanes: hace casi setenta años que se la pasan pidiendo perdón una y otra y otra vez, sabiendo que no importa cuántas veces se disculpen, la verdad es que quienes hoy manejan el mundo, manejan los medios de comunicación, y la educación jamás, jamás perdonarán a Alemania.
 
Entonces, en lugar de hacerse el harakiri histórico como hacen los alemanes, los japoneses prefieren mantener una postura firme y digna, a pesar de tener que seguir sufriendo las consecuencias de su catastrófica derrota militar de 1945. Japón jamás capituló moralmente ante sus vencedores como lo hicieron Alemania, Italia y Austria.

Desde luego que el Tribunal Internacional Militar para el Este de los Aliados victorioso de 1945 – un tribunal de corte similar al de Núremberg, también conocido como los Juicios de Tokio – clasificó a los máximos líderes militares y políticos del Japón como “Criminales Clase-A”.  Es el derecho del vencedor.  

Pero ya en octubre 2006, las ideas del primer ministro Abe quedaron reflejadas en el diario The Japan Times, cuando dijo “Los 14 ‘criminales de guerra Clase-A’ honrados en el Templo Yasukuni  de ninguna manera son criminales bajo la ley japonesa.  El país debió aceptar el resultado del Tribunal de Tokio para poder volver a ser una nación independiente. Abe informó a la cámara baja del parlamento japonés que debido a que familiares de los hombres condenados reciben pensiones de guerra, y uno de ellos  - ministro de relaciones exteriores durante la guerra Mamoru Shigemitsu -  había sido condecorado con una medalla de primera clase por el gobierno de la posguerra, "ellos no son criminales de guerra bajo nuestra propia legislación". El Tribunal Militar internacional que los aliados impusieron entre mayo 1946 y noviembre 1948 determinó que 28 líderes políticos y miliares eran “Criminales de Guerra Clase-A”; hoy 14 de ellos descansan en el Templo Yasukuni en Tokio. Abe agregó que fueron condenados por “crímenes contra la paz y la humanidad”, que son conceptos inventados por los Aliados luego de la guerra, y que no se corresponden con una realidad jurídica...”  
 
¡¡Bravo, Japón!!  Pues, si honestamente se deseara castigar los crímenes de guerra cometidos por todos los países beligerantes – vencedores y vencidos – entonces se tendría que montar un tribunal internacional militar y político de gigantescas proporciones, y libre de dobles estándares y censura. 
 
Dobles estándares (¡otra vez!)

Pues si de crímenes de guerra se trata, ¿qué podemos decir entonces del caso del Comandante Británico de la Real Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial, Sir Arthur Harris (también conocido como, “Bombardero Harris” y “Carnicero Harris”), quién inventó e implementó el concepto de “bombardeos por área” en lugar de “bombardeos de precisión”; eufemísticamente, “Bombardeos Estratégicos”, que era otra manera de decir “si algo se mueve en territorio alemán hay que pulverizarlo completamente”.

En julio de 1943, a través de la “Operación Gomorra”, el “Bombardero Harris” supo desatar una horrenda tormenta de fuego con sus bombarderos sobre Hamburgo, achicharrando a decenas de miles de civiles, que luego repitió con enorme éxito sobre todas las grandes ciudades de Alemania. 
 
En sus propias palabras, “el objetivo de la Ofensiva Bombardera Combinada debiera explicitarse sin ambigüedad: se buscaba destruir las ciudades alemanas, matando a trabajadores alemanes, y desarticulando la vida civilizada en toda Alemania… destruyendo viviendas, servicios públicos, transportes y vidas, generando un problema de refugiados a una escala sin precedentes, que conduzca al colapso de la moral tanto en la retaguardia como en los frentes de guerra debido al miedo a los bombardeos amplios y crecientes. Estas son las metas aceptadas e intencionales de nuestra política de bombardeos.  No son una mera consecuencia de nuestros esfuerzos para destruir factorías”
 
¿Qué me cuenta? Terminada la guerra mundial, ¿alguien juzgó al “Bombardero Harris” por sus horrendos crímenes?
 
No exactamente.  En vez, en 1992 la Reina Madre de Inglaterra inauguró una estatua honrando la memoria de Harris en el predio de la Iglesia San Clemente Danés en Londres, mientras muchos manifestantes gritaban “¡Harris fue un criminal de guerra!” 

Pues la Verdad Histórica es que cientos de miles de hombres, mujeres y niños alemanes – civiles y militares - sufrieron horrendas muertes y heridas gracias a la creatividad del “Bombardero Harris”
 
¿Y qué hay de políticos “democráticos” como el presidente estadounidense Franklin Roosevelt y el premier británico Winston Churchill, y sus jefes militares que unieron sus fuerzas para destruir la ciudad abierta de Dresde en febrero 1945 cuando la derrota alemana era ineludible y esa ciudad se había convertido en un punto de reunión para cientos de miles de refugiados civiles que huían del avance del Ejército Rojo?
 
El 13 de febrero de 1945 Inglaterra despachó una primera oleada de 244 bombarderos cuatrimotor pesados de la RAF, seguidos por una segunda oleada de 529 bombarderos. Al día siguiente, Estados Unidos despachó 300 bombarderos pesados B17. Todos sobre Dresde. 
 
Se estima que hubo más de 300.000 muertos – la mayoría civiles, incluyendo a decenas de miles de niños.  Todos calcinados por el fuego y las bombas.
 
Si; ya sé, ya sé…  Estados Unidos y Gran Bretaña no tenían otra opción que asesinar a millones y millones en Hamburgo, Dresde, Berlín, Múnich, Hannover, Frankfurt, Colonia, Ulm, Tokio, Kioto, Osaka, Hiroshima y Nagasaki… ¡Sólo lo hicieron para terminar rápidamente con aquella guerra! 
 
Así que, alemanes y japoneses, ¡¡a no quejarse!!  Díganle “¡Gracias!” a los democráticos Aliados…
 
Resulta interesante señalar que la Destrucción de Dresde comenzó apenas 24 horas luego de concluida la reunión que Roosevelt y Churchill mantuvieron con el líder soviético José Stalin en Yalta, donde comenzaron a planificar el Nuevo Orden Mundial que hoy nos rige.  ¿Habrá estado la Destrucción de Dresde en la agenda de estos tres generosos muchachos?   ¡Pero qué mal pensado que soy!
 
De acuerdo: todo eso fue hace ya mucho tiempo…
 
¿Qué hay entonces del millón y medio de muertos iraquíes desde marzo 2003 luego que ese país mártir fuera invadido, violado y destruido por los peores y más cobardes mentirosos que el mundo haya jamás visto?  George W Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Richard Perle, Douglas Feith, Condoleeza Rice y sus amiguitos en el banco de cerebros sionista “Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense” y en el lobby ultra-sionista de AIPAC.  Y todo basado en la más flagrante y obscena mentira política jamás esgrimida: las famosas “armas de destrucción masiva” iraquíes que nunca existieron. 
 
¿Y qué tal los sanguinarios “Aliados de la OTAN” que acompañaron esa locura, como el primer ministro inglés Tony Blair, devenido en perrito faldero de George Bush?
 
¿Y qué tal los asesinatos, humillaciones, golpizas y demoliciones de viviendas perpetrados a diario por los “buenos” israelíes contra los “malos” palestinos en su propia tierra…?  
 
¿Cómo? ¿¡No hay ningún “Tribunal Internacional” para todos estos crímenes!?
 
En verdad, la lógica occidental es tremendamente simple.  Tan simple que hasta energúmenos como George W. Bush y Barack Obama pueden actuar sus roles según las exigencias de los Dueños del Poder Global.    

Breve guía de guerra para el moderno Tarzán político…
 
Para beneficio de millones de occidentales que todavía no comprenden cómo funciona el “sistema mundial”, lo graficamos en “Tarzán Básico" para asegurarnos que todos lo entiendan:


 
Como podrá verse, cuando de “buenos” y “malos” se trata, todo dependen de qué lado usted se ubique.
 
No estamos diciendo que Japón no debiera tomar una actitud más política y mejor priorizar su propio interés nacional, que hoy pasa por cerrar filas con China y la Región, según lo que describimos en reciente artículo publicado en RT.
 
No hay dudas que este es un tema sensible.  Los coreanos dijeron que la visita del primer ministro Abe al Templo fue “deplorable”, mientras que Beijing consideró la visita “absolutamente inaceptable” y llamó al embajador japonés.  Estos dos países ven en el Templo Yasukuni un símbolo del militarismo japonés de antes y durante la segunda guerra mundial.  No olvidemos que fueron ellos, precisamente, quienes sufrieron el peor impacto de la topadora japonesa.
 
Shinzo Abe también dijo que, "no es mi intención afectar la sensibilidad de los pueblos de China y Corea", aclarando que su visita fue una suerte de gesto contra la guerra. Convenció a pocos.
 
Sin embargo, dejó en claro que esa visita fue de carácter privado y no en representación del gobierno.  Él considera que los tribunales norteamericanos que condenaron a los líderes japoneses en tiempos de guerra representaban la “justicia de los vencedores”. Su propio abuelo, Nobusuke Kishi, sirvió en el gabinete de guerra en aquellos años, y fue arrestado por los norteamericanos que sospecharon que pudiera ser otro “Criminal Clase-A”, aunque luego lo dejaron en libertad. Shinzo Abe es conocido como nacionalista y revisionista histórico.
 
Entonces, ¿cuál “historia”? ¿La suya o la mía?

Revisionismo: quizás sea esta la llave que conduzca a una mejor comprensión entre la naciones, siempre y cuando podamos liberarnos antes de las “Historia Oficial” de los vencedores, que oculta, diluye, justifica, explica y perdona sus propios crímenes horrendos al tiempo que enfatiza, exagera, falsifica y sataniza las acciones de sus enemigos derrotados. 
 
A menudo incluso agregando dos o tres ceros aquí y allá, como parte de su “equipo de cosmética” de genocidios históricos...

Si uno lo piensa, existe una clara irracionalidad en este estado de casos que presume que cada vez que hay una guerra, los “buenos” (o sea, nosotros) siempre ganamos, mientras que los “malos” (o sea, los otros) siempre pierden. (Sino, “ellos” estarían al mando, ¿correcto?); se trate de la primera y segunda guerras mundiales, Vietnam, Corea, Medio Oriente, África, Europa Central Latinoamérica…
 
Este concepto es insostenible e imposible de tragar, ya que también es obvio que todas las guerras las ganan siempre el bando más poderoso en conflicto, o sea aquellas naciones que ejercen mayor violencia y usan más armamento para matar, herir, destruir, aterrorizar, bombardear, ametrallar y torturar junto con una voluntad inclaudicable de perpetrar toda esta violencia
 
Si las guerras siempre las gana el bando más poderoso y violento, ¿entonces dónde quedan moralmente los vencedores? ¿Ganan todas las guerras porque “aman la paz”?   Pienso que no…
 
Cabe señalar también que la satanización del enemigo también sirve para calmar la propia conciencia, los oscuros miedos y la profunda culpa de los propios vencedores. 
 
Para que los ciudadanos de EEUU, Reino Unido o Francia puedan dormir tranquilos por las noches, es mejor que jamás lleguen a tomar cabal conciencia del horror perpetrado por sus propios jefes políticos y militares contra millones y millones de libios, sirios, palestinos, coreanos, vietnamitas, latinoamericanos, africanos, afganos, serbios, paquistaníes, a lo largo de tantas décadas.
 
Es mucho más fácil y simple decirles que los circunstanciales enemigos, “¡Son todos unos Hitlers…!”  “Ellos bien merecen las barbaridades que les hemos hecho: Saddam, Gaddafi, los Talibanes, Chávez, Milosevic, Arafat, Ho Chi Minh, Nasser, Perón…” 

¿Se entiende por qué en algunos países – Bélgica, Francia, Austria, Alemania, Canadá… - hasta es ilegal expresar un punto de vista revisionista acerca de ciertos episodios de la historia reciente?   A semejante revisionismo lo han (re)clasificado como “Literatura del Odio…”.
 
En mi propio país, la Argentina, recuerdo que en 1982 apareció una excelente documental sobre la vida de Evita Perón y su esposo el presidente Juan Domingo Perón  – otro perseguido y derrotado violentamente por los Dueños del Poder Global – que fuera el único Estadista que Argentina tuvo en tiempos modernos. 
 
La letra de la canción de aquella película repetía esta frase que creo ilustra todo lo que tratamos de decir en este artículo: “Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia; la Verdadera Historia, quien quiera oír, que oiga...”