Irán desenmascara a Occidente

Adrian Salbuchi


Desde hace largas décadas, las potencias occidentales y sus medios de prensa vienen utilizando la Guerra Psicológica con creciente intensidad, desparpajo y virulencia. La mal llamada 'primavera árabe' es un caso elocuente de cómo se propagan mentiras y azuzan odios para promover convulsiones sociales y guerras civiles en países extranjeros.

Desde hace largas décadas, las potencias occidentales y sus medios de prensa vienen utilizando la Guerra Psicológica con creciente intensidad, desparpajo y virulencia.

La mal llamada 'primavera árabe' es un caso elocuente de cómo se propagan mentiras y azuzan odios para promover convulsiones sociales y guerras civiles en países extranjeros.

Según informa RT en un artículo del 20 de diciembre, el embajador iraní en Moscú, Mahmoud Reza Sadjadi, alertó al mundo de que Estados Unidos podría estar preparando un ataque de bandera falsa –técnica sumamente compleja y corrosiva de guerra psicológica– en Siria para justificar la invasión de esa convulsionada nación.


Banderas Falsas

Así se denominan las complejas operaciones de guerra y ataques terroristas de inusitada violencia e impacto mundiales que son organizadas clandestinamente por ciertas potencias y entidades que, sin embargo, se las hace aparecer como si fueran obra de alguna otra nación víctima de tal maniobra.
   Con su alto dramatismo, estos eventos tienen el fin de generar entre la opinión pública mundial estupor y rechazo contra la nación víctima, a la que se la hace aparecer como 'culpable' de tales atrocidades por más que nada tuviera que ver con ellas.

Las potencias que ejecutan estos ataques inmediatamente los utilizan como excusa perfecta para entrar en guerra contra la nación víctima. Es decir, son ataques que enarbolan una bandera falsa, que es la bandera del país víctima contra el que se desea tener una 'buena excusa' para atacar.

Hace ya más de un siglo que se vienen ingenierizando este tipo de ataques, que han sido usados como excusa para librar sangrientas guerras, incluso a escala mundial.
Notablemente, la mayoría de los eventos de “bandera falsa” pueden rastrearse de una u otra manera a Estados Unidos y sus aliados o, mejor dicho, a aquellas complejas estructuras de los Dueños del Poder Mundial  profundamente enquistadas dentro de EE.UU. y sus aliados, aunque no necesariamente obedecen a los intereses de esas naciones.
En verdad, los ataques de bandera falsa son la expresión más acabada de la guerra psicológica en tiempos modernos; de "hacer la guerra a través del engaño", según reza el lema de la agencia de inteligencia Mossad israelí. Son "la madre de todas las guerras", según diría Saddam Hussein…

Su objetivo no solo es engañar a la opinión pública mundial, sino también a la opinión pública de las propias potencias ejecutoras. Necesitan convencer a los pueblos estadounidense, británico, francés, canadiense o español que deberán imperiosamente aportar su cuota de sangre enviando a sus hijos y esposos a luchar y morir en lejanos campos de batalla para así "defender la libertad, los derechos humanos y la democracia" ante una amplia gama de supuestos enemigos convincentemente manufacturados por las élites del poder global.

Tradicionalmente, ese 'enemigo' ha quedado plasmado en alguna nación extranjera de turno –España, Alemania, Japón, Italia, la ex Unión Soviética– aunque también se lo ha corporizado en torno a entes más ambiguos y difusos: 'el comunismo', 'el nazismo', o el gran favorito hoy de moda: 'el fundamentalismo islámico'.

Una historia de larga data…

Uno de los primeros casos que registra la historia de un ataque de bandera falsa fue la voladura del crucero de guerra USS Maine amarrado en el Puerto de La Habana en Cuba, que le sirvió a EE.UU. de excusa para declararle la guerra a España en 1898.
Muchas décadas después, estudios realizados por el almirante norteamericano Hyman Rickover en 1974 y National Geographic en 1999, determinaron que la explosión que destruyó esa nave de guerra matando a 266 norteamericanos se produjo dentro y no fuera de la misma, lo que apunta claramente a un autoatentado. Pero, como decimos, eso recién se supo muchas décadas después.

En el fragor del momento, el presidente estadounidense William McKinley y su belicoso subsecretario de Marina Theodore Roosevelt tuvieron la excusa perfecta para desatar una guerra en la que llevarían enormes ventajas, y que terminó en apenas tres meses dejándole a los norteamericanos Puerto Rico, las Filipinas y Guam como botín de guerra.

Este caso marca el inicio del uso masivo de la guerra psicológica por parte de la prensa. Notablemente, la prensa amarillista de William Randolph Hearst y su periódico New York Journal azuzaron un clima crecientemente belicoso con titulares tamaño catástrofe diciendo cosas como "Remember the Maine; to hell with Spain" ("¡Recuerden al Maine; al diablo con España").
Luego vinieron las banderas falsas del hundimiento del buque de pasajeros HMS Lusitania en 1915 por un submarino alemán que arrastró a EE.UU. a la Primera Guerra Mundial; el 'ataque sorpresa' japonés a Pearl Harbor en 1941 que arrastró a EE. UU. a la Segunda Guerra Mundial; el (no) hundimiento del crucero USS Maddox en 1964 que permitió escalar la larga y sangrienta Guerra de Vietnam; el ataque contra la nave estadounidense USS Liberty en 1967 perpetrado por la aviación israelí que trató de hacer aparecer como un ataque egipcio en plena Guerra de los Seis Días…

A la larga, sin embargo, la verdad respecto a todos estos eventos termina saliendo a la luz. La clave radica en que esa verdad recién salga a relucir luego de varias generaciones, cuando ya el caso no tenga consecuencias políticas inmediatas, sino un mero "interés histórico".

De ahí se entiende por qué las grandes potencias cierren herméticamente sus archivos diplomáticos y militares relacionados con estos casos durante 25, 50 o 100 años: para que cuando finalmente se conozca la verdad sea una mera anécdota histórica. O sea que el 'modelo de bandera falsa' viene equipado con módulos de 'damage control' para aislar las consecuencias del desenmascaramiento de la mentira.
   Más recientemente, dos casos en los que se infieren flagrantes operaciones de bandera falsa son los megaatentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, y del 7 de julio de 2005 en los subterráneos y un bus en Londres.

El turno de Siria…

Dentro de este marco, cobran relevancia las sabias palabras del embajador Sadjadi pues Irán 'se las ve venir' y percibe claramente como EE.UU., sus aliados y multimedios van preparando un malsano ambiente entre la opinión pública mundial preanunciando un supuesto "terrible ataque con armas químicas por las fuerzas del presidente sirio Bashar al Assad contra su propio pueblo". Más que seguro que si ese ataque llega a ocurrir, sus perpetradores serán comandos clandestinos financiados, equipados y entrenados por la CIA, el Mossad, el MI6 y otros entes periféricos: desde contratistas tercerizados como Blackwater, hasta agentes creados por Occidente, como Al Qaeda.
El embajador Sadjadi alerta de que cualquier ataque de este tipo también podrá provenir de las fuerzas terroristas opositoras al Gobierno de Al Assad que han sido pertrechadas, entrenadas y profusamente financiadas por EE.UU. y sus aliados.

Mientras EEUU va preparando este ambiente, el presidente Obama amenaza con "serias consecuencias" si Assad usa este tipo de "arma de destrucción masiva". Todo parece calcado de los discursos beligerantes de 'Baby Bush' sobre las jamás halladas (¡porque nunca existieron!) "armas de destrucción masiva" de Irak en 2003.
De manera que este crescendo de denuncias y alertas en torno al uso de armas químicas por Assad bien podría ser el prolegómeno para un ataque de bandera falsa con armas químicas contra civiles sirios a ser perpetrado directa o indirectamente por fuerzas al servicio de, o funcionales a, los intereses y objetivos de EE.UU., Israel y el Reino Unido en torno a Siria y la región.

Armando el rompecabezas


En declaraciones a la radio La Voz de Rusia, el embajador Sadjadi explica que "durante los treinta y tres años transcurridos desde el triunfo de la revolución islámica, nosotros en Irán hemos estudiado y comprendido muy bien la lógica y mentalidad de los políticos norteamericanos".
"En los últimos tiempos vemos como los norteamericanos lanzan al espacio informativo datos acerca de que el Ejército de Siria puede emplear el arma química contra la oposición, que comete asesinatos masivos y otras atrocidades en ese país. Tales noticias son una señal para nosotros.

Comprendemos que de esa manera EE.UU. 'desata las manos' a los insurrectos para emplear el arma química, tras lo cual la responsabilidad por el empleo de esa arma se depositará, sin duda alguna, sobre el poder legítimo en la persona del presidente de Siria, Bashar al Assad".

Al mismo tiempo, EE.UU. ha desplegado misiles Patriot en Turquía, la OTAN se alista para atacar a Siria desde Turquía y las potencias occidentales van posicionando sus fuerzas militares estratégicamente en distintos teatros de guerra en todo Oriente Medio.
Así, una vez más, se encienden las fogatas de la guerra a las que EE.UU. se prepara para 'echarles gasolina', sabiendo que de las guerras que ellos desatan y controlan siempre podrán sacar ventajas de diversa índole.
La preocupación iraní es por demás comprensible ya que la principal estrategia norteamericana en Oriente Medio consiste en preparar el camino para un ataque a Irán que ellos bien saben pasa por Damasco.
En las turbulentas aguas geopolíticas mundiales las potencias occidentales salen a 'pescar' grandes beneficios y ganancias por lo que, cuanto más caos y violencia, mejor para ellos. Como dice el viejo refrán: "A río revuelto, ganancias de pescadores".
Adrian Salbuchi para RT
Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentador de radio y televisión en Argentina. www.proyectosegundarepublica.com.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.