Venezuela: ganó Nicolas Maduro…. ¿y ahora qué?

Adrian Salbuchi

¡Fue una elección muy reñida!  El sucesor e hijo espiritual de Hugo Chávez, Nicolás Maduro: 50,66% de los votos; su oponente y favorito de los EE.UU. y los multimedios occidentales, el derechista Henrique Capriles Radonski: 49,07% de los votos.  Se presentan nubarrones en el horizonte en Venezuela…   

 

El peor escenario de todos…

El resultado de las elecciones presidenciales en Venezuela del pasado domingo 14 de abril parece que fue el peor para ese país y también es malo para Latinoamérica.  La muerte a principios de marzo del presidente Hugo Chávez hizo que, según la Constitución de ese país, se tuvieran que realizar nuevas elecciones presidenciales, claramente en un mal momento. 

Chávez era una figura tan fuerte, que polarizó a la población venezolana de tal manera, que hubiera sido muy importante disponer de un poco más de tiempo para calmar y estabilizar los ánimos.  Pero apenas habían terminado los funerales de Chávez, los venezolanos se enfrentaron a una nueva y muy caliente elección presidencial; la segunda en apenas seis meses.

Los resultados de esas elecciones podían ser básicamente tres:

 

Primer Escenario: Bueno

Si Nicolás Maduro hubiera obtenido una clara y cómoda victoria sobre Henrique Capriles Radonski. Después de todo, el pasado mes de diciembre un recién reelegido y mortalmente enfermo Hugo Chávez les pidió públicamente a los venezolanos que si algo le llegaba a pasar a él, entonces debían elegir a Maduro como su sucesor.  Pero Maduro no es el comandante Chávez y en toda su campaña electoral se apoyó demasiado sobre la imagen, Influencia y emotividad que aún inspira Chávez entre un gran sector de la población.

Pero pareciera que el partido gobernante no comprendió del todo que estas elecciones no eran solamente para captar el voto chavista para Maduro, sino también para convencer al voto opositor y al voto indeciso que Maduro puede conducir esta nueva etapa de la Revolución Bolivariana; que él puede tener mayor vuelo propio haciéndolo más atractivo a los antichavistas cansados del estilo autoritario de Chávez, que muchos perciben que iba a contracorriente del mundo actual.

La campaña presidencial de Maduro se montó sobre la poderosa ola política de Chávez, llegando el candidato al extremo de decir que un pajarillo de alguna manera misteriosa le había hecho llegar mensajes desde el más allá del propio comandante guiándolo hacia la victoria. Esto no cayó demasiado bien entre la mayor parte de la población, incluso entre sus propios seguidores. En gran medida, la psicología de esta campaña terminó teniendo como contrincantes nuevamente a Chávez – y no a Maduro- contra Capriles Radonski, pero con una obvia desventaja para el chavismo: Hugo Chávez ha desaparecido.

Claramente, una franca victoria electoral de Maduro hubiera dejado a  Venezuela bajo la continuada y fuerte conducción espiritual de Chávez a través de su delfín Maduro, y hubiera dado tiempo para que él y los venezolanos terminaran de superar el trauma pos Chávez e impulsaran las necesarias reformas.

Por supuesto que Maduro hubiera tenido que superar muchos peligros. Una extraña coincidencia hizo que estas nuevas elecciones coincidieran con el 11º aniversario del fracasado golpe de Estado de abril 2002 contra Chávez que fuera orquestado y apoyado por EE.UU., y en el que el propio Capriles Radonski fue un activo militante.  Seguramente, los 'trucos sucios' de la CIA-Mossad se intensificarán dentro de Venezuela tratando de ingenierizar divisiones y luchas civiles internas e incluso -¿por qué no?- promover, de ser preciso, la guerra civil para así asegurarse que el “cambio de régimen” venezolano vaya en la dirección que desea Washington. Una buena manera de lanzar la 'Primavera Latinoamericana'...

No olvidemos toda la experiencia de campo y conocimientos en materia de inmiscuirse  en los asuntos de otros países que la 'Primavera Árabe' le ha deparado a EE.UU., al Mossad y sus aliados a lo largo de los últimos tres años… 

De todos modos, de haber recibido una clara mayoría de los votos, Maduro hubiera estado en condiciones de hacer una transición razonable conduciendo la Revolución Bolivariana sin Hugo Chávez.

 

Segundo Escenario: Malo

Una clara victoria de Henrique Capriles Radonski hubiera tenido el efecto de alinear a Venezuela firmemente en el campo de los intereses y las políticas de los Estados Unidos.  Su impacto hubiera significado una completa reforma de la política económica –desregulación, economía de mercado, privatizaciones, mayor comercio con EE.UU. y mayor disciplina en los mercados mundiales del petróleo– junto con otras medidas requeridas a Venezuela por parte de EE.UU. y los Dueños del Poder Mundial, entre las cuales sin duda estaría imponer un realineamiento total de la política exterior venezolana. Se terminaría así con las políticas independientes de Chávez, favorables a importantes naciones como Rusia, Irán y China, reemplazándolas por una mayor subordinación a los Estados Unidos, la Unión Europea e Israel. 

Esto hubiera sido malo para millones de venezolanos, especialmente los sectores más pobres, y luego de ver la devastación que esas políticas han generado en países como Argentina y del sur de Europa. Pero los miles de millones de dólares de EE.UU. y los megabanqueros globales, más los 'asesores' militares de EE.UU., y las 'inversiones' de las corporaciones norteamericanas hubieran, seguramente, asegurado la “estabilidad” de Capriles Radonski, que se hubiera transformado así en un nuevo protegido de EE.UU. en la región, similar a como lo han sido Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos en Colombia, de manera que a Capriles no le hubiera faltado apoyo estadounidense. 

      

Tercer escenario: Feo…

Pero no ocurrió nada de esto.  En lugar de esto, tenemos a ambos candidatos cabeza-a-cabeza, ya que cada uno recibió casi exactamente la mitad de los votos el domingo pasado, dejando a Venezuela partida por la mitad con dos visiones totalmente diferentes respecto del mundo, la economía y la política exterior.

Una mitad del país se identifica con el socialismo de izquierda y considera a EE.UU. y sus aliados como 'El Enemigo', al tiempo que ve con simpatía a Rusia, China e Irán.  Mientras que la otra mitad cree exactamente lo opuesto.

Para colmo de males, los chavistas no parecen haber comprendido aún lo que les ocurrió el domingo: al conocer los resultados oficiales de las elecciones el presidente de la Asamblea General venezolana, Diosdado Cabello, declaró que “debemos hacer la profunda autocrítica a que nos obligan estos resultados. Es contradictorio que sectores del pueblo pobre voten por sus explotadores de siempre...”. Sea como sea, los hechos demuestran que el chavismo sin Chávez no logra transmitir un mensaje claro al pueblo…

 

Una casa dividida…

Nadie sabe a ciencia cierta cómo resultarán las cosas en las semanas por venir. Inmediatamente después de conocerse el resultado electoral, Henrique Capriles gritó: “¡Fraude!”, lo que no sorprende, ya que venía amenazando con hacer precisamente eso desde hace semanas… “por las dudas…”.  

Una ventaja de 234.000 votos para Maduro es tan pequeña que Capriles Radonski puede darse el lujo de hacer mucho ruido por más que Maduro haya asumido oficialmente la presidencia, especialmente considerando que ya Washington está metiendo sus narices recomendando que se haga un recuento total de los votos.

Capriles Radonski exige una auditoria de los votos, algo que Maduro estuvo dispuesto a hacer, pero siempre dentro del marco legal del sistema electoral venezolano que, dicho sea de paso, es uno de los más modernos y transparentes de Latinoamérica.

Pero al margen de cualquier diferencia menor que pudiera surgir de una auditoria de votos, la verdad es que Capriles hizo una buena elección el domingo pasado.

¿Qué podría pasar luego de un recuento de los votos? O se ratifica la exigua victoria de Maduro lo que, aún así, lo seguiría dejando como un presidente débil con una oposición enorme enardecida, o alternativamente, se demostraría que el ganador fue Capriles Radonski, pero también aquí por un margen muy exiguo. 

Capriles se convertiría en una suerte de “presidente por el cambio”, también desafiado por una muy resentida oposición que, aún desplazada del poder formal del Estado, retendría sin embargo organizaciones sociales y militantes bien entrenadas y organizadas por fuera del ámbito del Gobierno, que podrían literalmente bloquear toda iniciativa de Capriles Radonski.

Agreguemos a todo esto el factor Colombia, que mantiene su enemistad hacia la República Bolivariana. Colombia es aliado clave de EE.UU. en la región, tanto que incluso su presidente moderado, Juan Manuel Santos, es sin embargo miembro del banco de cerebros neoyorquino de David Rockefeller y John Negroponte, Americas Society. Agréguese a esto que otros países en la región están siendo utilizados como base para todo tipo de trucos sucios contra Maduro (El Salvador, por ejemplo). 

Agréguense también las crecientes convulsiones políticas mundiales que representan un desafío para todos los países de la región y no solo para Venezuela. En fin, una mala ecuación, indudablemente.

El resultado de los eventos en Venezuela tendrá sin duda un gran impacto sobre toda la región, y aun sobre países más lejanos como Irán, Rusia y China, cuyas relaciones con Latinoamérica se podrán ver debilitadas por una Venezuela aliada de los Estados Unidos bajo una presidencia de Capriles Radonski. No sólo en términos económicos sino, mucho más importante, desde un punto de vista geoestratégico

Estados Unidos necesita intensificar su control sobre su 'patio trasero' latinoamericano, especialmente si se tienen en cuenta sus propios y crecientes problemas económicos, políticos y militares en otras partes del mundo, al tiempo que Washington observa con creciente suspicacia muchas acciones de la gran potencia regional que es Brasil, que aunque ha sido y sigue siendo un amigo tradicional de EE.UU., ya no está dispuesto a dejar que EE.UU. lo trate como a un subordinado.

También están los demás países de la región que han apoyado el ideal bolivariano –notablemente, Bolivia y Ecuador– aunque se trata de países débiles en los que EE.UU. seguramente intensificará sus intromisiones internas en caso que Venezuela se vea debilitada debido a inminentes convulsiones internas.

En el caso de la Argentina, el Gobierno de Cristina Kirchner ha hecho de cuenta que está con Chávez, pero en verdad su meta principal no es ideológica, sino que consiste en preservar sus riquezas mal habidas, un tema que está desembocando en una creciente crisis nacional debido a la increíble y obscena corrupción que infecta al Gobierno Kirchner.

De manera que el apoyo de amigos regionales hacia Maduro también tenderá a debilitarse.

En pocas palabras, los verdaderos peligros que enfrentarán Venezuela y Latinoamérica en los meses y años por venir son tales en el actual mundo peligroso, que más vale que todos los países latinoamericanos vayan poniendo sus casas en orden rápidamente. Caso contrario, tendrán que enfrentar consecuencias realmente nefastas.

Para Venezuela, en particular, el mensaje es claro: una casa dividida no prevalecerá.

 

 

 

Adrian Salbuchi para RT

­Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentador de radio y televisión en Argentina. www.proyectosegundarepublica.com.  www.asabuchi.com.ar