Desde 1962 Estados Unidos aplica un embargo económico, comercial y financiero a Cuba. Era el momento más álgido de la guerra fría, en el que los bloques occidental y oriental se confrontaban ideológica, comercial y políticamente y generaron las tensiones bélicas más importantes después de la Segunda Guerra Mundial.
De la misma forma que la Iglesia católica lo ha hecho a lo largo de la historia, en este caso también ha sido fundamental para el restablecimiento de las relaciones entre ambos polos confrontados.
Con la visita a Cuba de Juan Pablo II en 1998 —primera en la historia de un sumo pontífice— y de Benedicto XVI en 2012, la Iglesia católica, de la mano de sus máximas jerarquías, comenzó a cincelar un país que pasaba del silencio a la aceptación nacional de la religión. Diecisiete años después, el papa Francisco completa el trabajo.
Enmarcado en un contexto geopolítico totalmente distinto al que se enfrentaba Juan Pablo II, Francisco y el secretario de Estado vaticano —negociador estrella mundial y protagonista en la mediación de los conflictos actuales más importantes—, Pietro Parolin, visitan Cuba y Estados Unidos en un momento fundamental para el mundo. Vale la pena señalar que no aprovecharán para viajar a México, hecho que evidencia el distanciamiento entre el Estado mexicano y la Santa Sede, derivado de las duras políticas fiscales que el régimen de Peña Nieto ha impuesto a la Iglesia católica, entre otras cuestiones.
La visita de Su Santidad a Cuba, país en el que la mayoría de sus habitantes son bautizados y se caracteriza por su profunda devoción a la Virgen del Cobre, también tiene doble relevancia por los cubanos que viven fuera de la isla —más de 1.100.000 sólo en Florida, EE.UU.—, cuyos votos serán determinantes en las elecciones estadounidenses del próximo año.
Con miras al proceso electoral de 2016, Barack Obama ha suavizado las sanciones comerciales a Cuba, ha permitido que ciertas compañías norteamericanas establezcan oficinas en la isla por primera vez en décadas, ha expandido las actividades bancarias y ha eliminado los límites a la cantidad de dinero que se puede transferir al país caribeño. Las nuevas reglas, que el presidente de EE.UU. está implementando mediante sus facultades ejecutivas, se suman a otras medidas que anunció en enero para empezar a reducir las sanciones económicas a Cuba.
En este aspecto también resultará fundamental la mediación del papa Francisco, ya que sólo el Congreso tiene la facultad de levantar completamente el embargo económico, lo cual para Obama se vislumbra casi imposible en vista de su incapacidad para negociar y generar acuerdos con los republicanos, que poseen la mayoría. Cabe destacar que el presidente de la Cámara de Representantes, el congresista republicano John Boehner, es católico practicante y ha abanderado desde la máxima tribuna norteamericana temas como la defensa de la vida y de la familia. Los más de 30 millones de latinos católicos en Estados Unidos —país en el que los líderes religiosos tienen participación política— inclinarán la balanza en la próxima elección presidencial.
Asimismo, Cuba y la comunidad latina en Estados Unidos son fundamentales para consolidar la integración latinoamericana y el fortalecimiento de la Iglesia católica en América. Mientras que en Medio Oriente y Europa la Iglesia afronta enormes retos, el nuevo continente representa su fortaleza vital y le permite generar contrapesos determinantes.
El protagonismo y liderazgo de Francisco; su gravitación como eje geopolítico internacional; la trascendencia que ha tenido en la pacificación de conflictos como la desactivación del ataque del G7 a Siria en 2013 (hecho que trasformaría la composición política mundial); su cercanía con Rusia; su abanderamiento del movimiento de integración en América Latina; su posicionamiento en contra de las atrocidades perpetradas por grupos terroristas fundamentalistas en Siria, Irak, Libia, Nigeria, Egipto, etc.; su pronunciamiento en favor del Estado palestino y su intervención para suavizar las tensiones entre Cuba y EE.UU. hacen que esta visita de Su Santidad a Norteamérica sea determinante para la paz mundial y el sostenimiento de equilibrios en el mundo. Francisco se ha convertido en la persona más influyente para lograr la paz mundial.