La hipocresía de los que por un lado enarbolan el combate al terrorismo y por otro lo financian

Yizbeleni Gallardo

"Si todos lucharan por sus propias convicciones en el mundo, entonces no habría guerras..." Decía el escritor (y filósofo) ruso León Tolstói en 'Guerra y paz', maravilloso alegato que retrata a la perfección lo que hoy sucede y que se remonta desde el inicio, en el Génesis cuando Caín mató a Abel. Lo más trágico de esa calamidad es cuando ese flagelo responde a intereses inconfesables.

Cuando las guerras son fabricadas en los laboratorios de las grandes potencias y luego se pretende ocultar el origen aduciendo hipócritas motivaciones como fue en Afganistán, en la guerra de Irak, la "revolución" contra Gadafi y "la primavera árabe".

En los últimos años, las tensiones bélicas más importantes se han desarrollado en torno a Siria e Irak, sin sustento real alguno, los medios de comunicación han desarrollado el mito en torno al gobierno de Bashar al Assad y se le ha puesto ante la opinión pública la etiqueta de villano.

En julio del 2011 como un apéndice de la primavera árabe y bajo la misma excusa que los países protagonistas de dichos levantamientos, surgen los rebeldes sirios con el objetivo de combatir y derrocar al gobierno de Al Assad. Según información de Julian Assange en WikiLeaks, EE.UU. financió a diversos grupos extremistas en Siria y en el 2013 'The Washington Post' haría público el hecho de que la CIA financiaba y armaba a los rebeldes sirios.

Actualmente, Estados Unidos, no sólo sigue entrenando y financiando a los rebeldes sirios, tal cual 'Foreign Policy' lo haría público la semana pasada, estos rebeldes sirios son a su vez los que están también armando, y entrenando (y por qué no hasta dando instrucciones) al grupo terrorista de reciente creación Al Nusra (brazo operativo de Al Qaeda en Siria) y al Estado Islámico.

Los rebeldes sirios, el Estado Islámico, y Al Nusra mantienen al gobierno de Bashar al Assad en una desestabilización tremenda en la que enfrenta una guerra civil combatiendo a 3 grupos extremistas terroristas aparentemente diferentes, los 3 creados por las mismas instituciones y bajo prácticamente las mismas circunstancias; comparten de igual manera bajo argumentos y justificaciones distintas y con operaciones diversas el mismo objetivo: derrocar el gobierno legítimo actual y obtener el poder y control de uno de los países más estratégicos en la región.

Si Bashar al Assad sale, como muchos medios han planteado como remedio al conflicto, se puede prever un escenario similar al de Afganistán de los años 1990 cuando Al Qaeda gobernaba. ¿Se imaginan al Estado Islámico, o a Al Nusra al frente de Siria, hasta cierto punto legitimados, ahora convertidos en amenaza mundial por su combate y exterminio al cristianismo, ya no en la región sino en el mundo? ¡Es brutal! En este sentido el bombardeo por parte del Ejército israelí que el día de ayer perpetrara contra el Ejército sirio representa una terrible afrenta a la paz mundial y representa una provocación directa a Rusia.

Debemos tener muy claro, que el conflicto al interior de Siria no va a terminar hasta que actores externos saquen las manos de la región y dejen de armar, entrenar, financiar y apoyar a los grupos extremistas terroristas que han generado decenas de miles de muertos, desplazados y refugiados. Al respecto el presidente ruso, Vladímir Putin ha sido muy claro "… En mi opinión, proporcionar apoyo militar a estructuras ilegítimas no se ajusta a los principios del derecho internacional contemporáneo ni a la Carta de las Naciones Unidas… Rusia apoya solo las estructuras gubernamentales legítimas".

El papa Francisco ha hecho una fuerte postura al respecto en su pasada participación en la Asamblea General de la ONU: "La guerra es la negación de todos los derechos… no faltan duras pruebas de las consecuencias negativas de las intervenciones políticas y militares no coordinadas entre los miembros de la comunidad internacional… no puedo dejar de reiterar mis repetidos llamamientos en relación con la dolorosa situación de todo el Oriente Medio, del norte de África y de otros países africanos, donde los cristianos, junto con otros grupos culturales o étnicos e incluso junto con aquella parte de los miembros de la religión mayoritaria que no quiere dejarse envolver por el odio y la locura, han sido obligados a ser testigos de la destrucción de sus lugares de culto, de su patrimonio cultural y religioso, de sus casas y haberes y han sido puestos en la disyuntiva de huir o de pagar su adhesión al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud".

Los niños, las mayores víctimas de la guerra (y tal vez, los únicos sinceros en un mundo saturado de hipocresía), cantaron frente al papa en la escuela de Nuestra Señora de los Ángeles en el barrio de Harlem: "Señor, hazme un instrumento de tu paz". Llamada de atención para el mundo entero a verdaderamente trabajar por la paz.