El terrorismo y el exterminio de cristianos en Nigeria de los que nadie habla
Nigeria, al igual que los países con mayores reservas de petróleo del mundo y con economías en vías de desarrollo —como Irak, Brasil, Venezuela y México—, atraviesa por una fuerte corriente desestabilizadora y está azotada por la violencia, en este caso principalmente a manos del grupo terrorista Boko Haram quien, ya no de manera sorprendente, pero si dentro de una lógica de operación geoestratégica, tiene mucho en común con lo que sucede en Medio Oriente.
En general, a los medios de comunicación y a la opinión pública de Occidente le interesa muy poco lo que sucede en el continente africano y, por consiguiente, no entiende sus conflictos; incluso, ese aspecto puede ser un reducto de discriminación racial.
Nigeria es el 12º país del mundo con mayores reservas de crudo, por debajo de Brasil y por encima de Venezuela: más de 15.600 millones de barriles y cerca de cuatro millones de metros cúbicos de gas natural. Al mismo tiempo, es el país más poblado del continente africano y cuenta con lugares altamente desarrollados, como su capital Abuja y la ciudades de Lagos. El hecho de que Nigeria sea una potencia energética imprime una particularidad a la problemática que atraviesa, ya que el común denominador de los conflictos bélicos de las últimas décadas ha sido, sin duda, el petróleo.
En 2012, con un crecimiento anual del 6,5%, fue considerada la economía más desarrollada del continente africano, por encima de Sudáfrica y de los países al norte del continente y con un incremento mayor que el de la mayoría de las economías occidentales. Resulta incomprensible que, a pesar de todo lo anterior, gran parte de la población viva sumida en la pobreza y aterrorizada por la violencia perpetrada por grupos terroristas, en especial por Boko Haram.
Boko Haram es la reencarnación del Movimiento Fundamentalista Nigeriano del Norte, que surgió hace tres décadas. Estos terroristas islámicos buscan imponer la ley sharía musulmana y su principal objetivo, al igual que el Estado Islámico en Medio Oriente, es destruir el cristianismo y derrocar el régimen político actual. En función de sus orígines, sus principales enemigos son los cristianos, las fuerzas armadas y policiales del actual Gobierno y los musulmanes no fundamentalistas. El 40% de la población del país es cristiana y esto no hace más que suponer que, como en Oriente Medio, Nigeria forma parte del mismo plan que pretende confrontar al cristianismo y al islam en un choque de civilizaciones.
Según el que fuese su último líder, Abubakar Shekau, Boko Haram está directamente vinculado al Estado Islámico y, a día de hoy y en función de lo que declaró el propio presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, este grupo terrorista se desempeña como el brazo operativo de Al Qaeda en Nigeria, Niger, Camerún y Chad, con el atenuante de que este grupo es aún más violento. No está de más mencionar que tanto Al Qaeda como el Estado Islámico fueron creados, armados y entrenados por servicios de Inteligencia norteamericanos, saudíes y británicos.
Salvo por el secuestro de las más de 200 estudiantes de un colegio cristiano, la brutalidad y los actos de barbarie que Boko Haram ha perpetrado han sido poco difundidos. Hasta el 2014, este grupo ya había reclamado la autoría del asesinato de más de 40.000 cristianos y la destrucción de más de 150 iglesias de diversas denominaciones de esta fe. Las mujeres cristianas son secuestradas, violadas, obligadas a casarse u ofrecidas como esclavas sexuales y muchas de ellas se ven forzadas a servir como suicidas e inmolarse en atentados terroristas. Boko Haram se ha caracterizado por ejecutar de manera sistemática —uno a uno, hasta llegar al exterminio total— a varios pueblos y comunidades; por supuesto, la mayoría cristianos. Todos estos actos de barbarie los lleva a cabo principalmente en la zona petrolera de Nigeria.
A nadie le está importando lo que sucede en Nigeria, hemos llegado a un alto nivel de aletargamiento y desinterés, lo que ocurre en ese país africano no ocupa los titulares y sí, lamentablemente, decenas de miles de personas sufren los embates de la violencia motivada por el interés del control político, económico y social de uno de los países que mayor cantidad de oro negro posee en el mundo.
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