En México, se encendieron todas las luces de alarma cuando el presidente de EE.UU., Donald Trump, ratificó su promesa electoral de construir un muro para sellar la frontera de su país con su vecino del sur. El sentimiento antiestadounidense parece haber resurgido entre los mexicanos, quienes se sienten el chivo expiatorio de la Casa Blanca para justificar sus propias políticas migratorias fallidas. El periodista Luis Castro viajó a la Ciudad de México para discutir con expertos locales sobre este tema.
Fuertes lazos comerciales
"Compartimos una frontera de más de 3.000 kilómetros", afirma Brenda Estefan, especialista en relaciones internacionales y exrepresentante de la Secretaría del Gobierno mexicano en la Embajada de EE.UU. entre 2012 y 2013. Estefan resalta los fuertes lazos económicos existentes entre Washington y la Ciudad de México y detalla que ambas naciones intercambian "más de un millón de dólares en bienes y servicios por minuto" y que "el 80% de las exportaciones de México van a EE.UU.".
Respecto a la problemática migratoria, sostiene que "la migración de los mexicanos a los Estados Unidos está en su punto más bajo en los últimos 40 años". Además, llama la atención sobre el hecho de que "en los últimos cinco años, la migración neta de México a EE.UU. ha sido negativa" dado que muchos mexicanos están volviendo a su país de origen.
Constructor que "todavía no sabe" que es presidente
Por su parte, Juan María Naveja, director de Televisión Educativa y ex Subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, ha indicado que México fue uno de los tres temas banderas de Donald Trump, que "para poder ganar la elección hostilizó a los mexicanos, presentándolos como criminales".
"El muro es un símbolo. Es un símbolo que tomó Trump para poder llegar a sus bases y criminalizar la inmigración", declara. "El mayor pecado de Trump", según Naveja, consiste en que "polarizó a su propia sociedad" en torno a la relación entre dos países que "ya habían logrado un entendimiento, ya habían logrado superar las situaciones penosas".
Para Naveja, las acciones de Trump suponen "un golpe a la economía" mexicana que "pueden descarrilarla". "Como Donald Trump es un constructor, no le ha caído todavía la idea de que es el presidente del país más poderoso del mundo. Todavía no lo sabe", opina.
También habló sobre las dificultades que supondría la construcción de Trump. "El muro ya está. El muro tiene diez años desde que se empezó a construir. Y terminarlo significaría más de diez años, porque el muro no puede ser construido facilmente porque hay que ver cosas de tierras, hay que ver cuestiones ambientales", explica.
Naveja alerta sobre el riesgo de que "se caliente la zona de Centroamérica" y ha dado un ejemplo de El Salvador que, señala, "recibe el apoyo de 1.000 millones de dólares de Estados Unidos y en el momento en que se caigan los decretos, viene el problema que va a enfrentar a EE.UU.".
Aprovecha este argumento para verter más críticas contra el líder estadounidense: "Esa situación de sobrecalentar la frontera y sobrecalentar la región no lo sabe un presidente que no sabe ser estadista, como es el caso de Donald Trump".
Instrumento de negociación
A su vez, Victor Bullé-Goyri, primer visitador general de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ha remarcado que "no es ingenua la manera en que aparece el muro en la campaña de Trump". Bullé-Goyri opina que el muro es un instrumento de negociación internacional del cual se aprovecha el inquilino de la Casa Blanca, porque con el muro, puede "poner contra la pared a México para las posibles negociaciones futuras en todas las materias". El académico ha agregado que el mensaje sobre el muro estaba dirigido durante la campaña a una parte del electorado "duro, fuerte" de Trump y que eso le sirvió al republicano para ganar votos.