Para los migrantes africanos casi todos los caminos conducen a Libia, que sirve como trampolín hacia Europa a través del mar Mediterráneo, donde la intervención de las ONG ha sido cuestionada en los últimos rescates. Se trata de una peligrosa travesía que mueve miles de millones de euros, en la que las agencias de viajes son mafias, el transporte se realiza en cayucos hinchables, y el alojamiento y la manutención en destino se financian con dinero público de los gobiernos europeos.