"Siempre dimos prioridad a los científicos": agentes de la inteligencia soviética hablan sobre el proyecto atómico de los años 40
El 29 de agosto de 1949, cuatro años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en el polígono de Semipalátinsk se probó la primera bomba nuclear soviética. En aquella época al inicio de la Guerra Fría, los ensayos mostraron a EE.UU. y Reino Unido que la URSS ya tenía con qué responder a los posibles bombardeos atómicos que tuvieran planeados. Tanto científicos como agentes de la inteligencia soviéticos contribuyeron a este éxito que cambió la historia mundial.
Ya en los años 20, el físico Nikolái Semiónov logró mostrar en teoría la posibilidad de reacciones químicas en cadena. No obstante, el trabajo para lograr una explosión nuclear comenzó solo a finales de los 1930, casi simultáneamente con la labor análoga en EE.UU. y el Reino Unido. Asimismo, experimentos sobre la fisión nuclear se realizaban en la Alemania nazi.
"Ninguno de ellos recibió de nosotros ni un kópek"
En agosto de 1941, la Inteligencia Exterior de la URSS descubrió que de todos los registros públicos de los países mencionados, además de Canadá, había desaparecido cualquier mención a descubrimientos en ese campo. Como resultado, se ordenó a todas las unidades en el extranjero mantener los ojos abiertos sobre lo que se refiere a proyectos de armas de destrucción masiva. La primera en actuar siguiendo esta directiva fue la base de Londres. Ya en septiembre de 1941, mandó a Moscú un mensaje preocupante sobre el proyecto británico de la superbomba: "Además de la enorme capacidad de destrucción de la bomba, después de su detonación el aire quedará lleno de partículas radiactivas capaces de matar cualquier cosa viva con la que entren en contacto".
Pronto, Londres involucró en el desarrollo de la bomba a EE.UU., y las actividades se trasladaron al país norteamericano. La inteligencia soviética también redirigió sus esfuerzos hacia Estados Unidos. Ya a finales de 1943 y principios de 1944 encontró personas informadas que podían proporcionar datos sobre el desarrollo. Estos colaboradores no trabajaron por dinero, recuerda el exagente Anatoli Yatskov: "Ninguno de ellos recibió jamás de nosotros ni un kópek ni un centavo".
Trabajos científicos
A inicios de la guerra, el Ejército Rojo sufría graves pérdidas en intensas batallas contra las tropas del Tercer Reich, y el alto mando soviético no tenía tiempo para los físicos. Todo cambió en 1942, cuando los soviéticos encontraron en el cuaderno de un oficial alemán muerto cerca de Taganrog —probablemente buscaba uranio en Rusia— notas que indicaban que Berlín trabajaba en el uso militar de la energía nuclear.
El 28 de septiembre de 1942 el Comité Estatal de Defensa emitió la directiva № 2352 'Sobre la organización del trabajo con uranio' que estableció la creación del Laboratorio №2. La instalación, conocida hoy como Instituto Kurchátov por el nombre de su primer director, Igor Kurchátov, empezó el desarrollo de las armas nucleares. Por su parte, la inteligencia pasabatoda la información sobre bombas nucleares directamente a Kurchátov.
El proyecto se aceleró en 1945, cuando EE.UU. lanzó bombas atómicas contra Hiroshima y Nagasaki en una demostración de fuerza a Moscú. Todos los recursos del país, devastado por la guerra, se invirtieron en el desarrollo nuclear. Ya en diciembre de 1946, Kurchátov logró arrancar el primer reactor atómico en Eurasia. Los ensayos de la bomba nuclear —lo que, según los cálculos de oficiales estadounidenses, no sucedería hasta 1954 o 1956— conmocionaron a Washington.
"¡No basta con robar un plano y listo!"
En cuanto al rol de la inteligencia, Kurchátov reconoció que jugó un papel importante en el desarrollo de la bomba. Así, después de la prueba escribió al Ministerio de Seguridad del Estado: "El servicio de inteligencia nos ha prestado una ayuda inestimable en la creación del arma nuclear". Por su parte, el diseñador jefe de la bomba, Yuli Jaritón estima que la información del exterior permitió a la URSS ahorrar "un año, quizás un poco más".
Al mismo tiempo, los agentes siempre daban prioridad a los científicos, afirma el coronel retirado de la inteligencia exterior, Mijaíl Liubímov.
"Aunque consiguieras traerte una bomba atómica entera por piezas, todavía hay que armarla, ¿verdad? Y también hay que ponerla en producción, lo que tampoco es fácil. ¡No basta con robar un plano y listo!", dijo el agente a RT.