En 1943, en Volinia, una región del oriente europeo históricamente disputada por diversas fuerzas e imperios, se cometió una masacre de ciudadanos polacos apenas imaginable por su amplitud y encarnizamiento. Que se realizara por orden de la Gestapo es algo que no sorprenderá a nadie. Pero que los ejecutores fueran nacionalistas ucranianos deseosos de crear un estado monoétnico tal vez agarre de nuevas a más de uno, que acaso advierta en la historia reciente un eco de aquellos siniestros sucesos.