El uso por parte de Ucrania de proyectiles de 155mm según el estándar de la OTAN contra la central nuclear de Zaporozhie se ha convertido en algo común. La infraestructura civil aledaña también es castigada: círculos infantiles y edificios residenciales. El número de víctimas mortales va en aumento. La planta se ha convertido en espacio y herramienta de chantaje, en un mecanismo para satisfacer ambiciones y en un medio para alcanzar objetivos militares y políticos.