La isla de Okinawa aún sufre el legado de la Segunda Guerra Mundial, alberga el 70% de las bases militares de EE. UU. en Japón. Además de la pérdida de sus tierras, los lugareños han soportado durante años las consecuencias de esta presencia indeseada: contaminación, riesgos por el almacenamiento de armas químicas y biológicas, y conflictos con el personal estadounidense. Por si fuera poco, el Gobierno japonés paga los costes de las bases en su territorio. ¿Por qué permite esta situación?