Si se mira a lo largo de la historia política de EE.UU., siempre ha habido sangre y conflictos, es un país de gente radical, donde la política siempre ha sido "sucia y muy complicada", recoge el coronel en retiro Andréi Bezrúkov, exoficial del Servicio de Inteligencia Exterior soviético y ruso.
Según él, una vez cada década se produce un pico de "enemistad sin límites" entre los estadounidenses, donde surgen personajes como Donald Trump, que no son fácilmente aceptados, pues "el sistema" necesita mandatarios que puedan ser "controlables", asegura. "Lo principal es que hagan lo que el sistema necesita que hagan", añade.
"Cuando [John F.] Kennedy empezó a hacer lo que el sistema no quería fue asesinado. Mientras que cuando [Richard] Nixon pensó que podía ignorar al sistema fue removido de su cargo. Lo mismo pasa con Trump", indica.
Actualmente en la política estadounidense chocan dos visiones del mundo: la globalista, impulsada por las élites, y la nacional, aquella tradicionalista que aún idolatra a los padres fundadores y ve en Trump un símbolo, "un vaquero dispuesto a sacrificarlo todo en aras de la verdad", señala Bezrúkov.
El odio
Las diferencias políticas que existen entre los estadounidenses se han hecho más notorias en los últimos años. El odio podría llegar a tal extremo de influir incluso en temas como la seguridad y hacerse cosas desagradables entre sí, resalta un miembro de la Unidad Especial de Seguridad para Altos Funcionarios de Rusia que trabajó en el pasado con agentes del Servicio Secreto estadounidense.
Desde su punto de vista profesional, afirma que existen muchas dudas sobre lo que realmente ocurrió durante el intento de asesinato contra Trump en el mitin de campaña en Butler, Pensilvania, el 13 de julio. Aunque cree que los francotiradores estaban óptimamente posicionados y respondieron lo más rápidamente posible a los primeros disparos, no se explica cómo el tirador pudo acercarse al punto de fuego y pasar desapercibido.
El agente, cuya identidad no fue revelada por motivos de seguridad, explica que es necesario analizar lo que ha venido ocurriendo con el Servicio Secreto en los últimos años. Recuerda cómo, tras la salida de Trump de la Casa Blanca, el 48% de los agentes fue despedido o se marchó por su cuenta, lo que creó un problema a la hora de reestructurar la agencia con gente realmente cualificada, señala.
"Esto fue simplemente un desastre", afirma. "¿Quién vino a ocupar estos cargos? ¿Dónde se puede reclutar rápidamente a estas personas? Además, es necesario entrenarlos y capacitarlos, esto llevará mucho tiempo y esfuerzo, entre 3 a 5 años", subraya.
¿Fue una negligencia criminal o una conspiración? Es la pregunta que se plantea el politólogo e historiador Dimitri Simes. Según él, todavía existe sospecha de que se trató de una conspiración, pero aún no hay ninguna versión, porque la única versión que se ha aceptado es la de un tirador solitario, y nadie ha presentado una alternativa.