En esta edición del programa 'En la mira', se aborda el funcionamiento y las posibles complicaciones que genera el agronegocio. Se trata de un sistema que se consolidó en América Latina y Europa a partir de los 90. A medida que pasaron los años, creció el mercado, pero también sus condiciones monopólicas. De hecho, tan solo unas pocas firmas multinacionales controlan el comercio de semillas y productos químicos para trabajar la tierra: Bayer (que en 2018 compró a Monsanto), ChemChina-Syngenta, Brevant y Basf, son algunas de ellas.
Una de las grandes críticas a este modelo de negocios agrícola es que se utilizan productos que podrían ser contaminantes para el medio ambiente y los seres vivos, como los humanos. Estos componentes, denominados "agrotóxicos" por los ambientalistas, se usan para matar insectos, malezas y hongos en los alimentos que luego se cosechan. No obstante, su modo de uso puede generar problemas en la salud de las personas.
En este sentido, Joao Pedro Stédile, miembro de la Dirección Nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil, afirma que en la ciudad de Teresina, al norte de ese país, "se detectó leche materna contaminada con glifosato", uno de los productos más utilizados. En este caso, la preocupación es más grande porque las mujeres afectadas no son trabajadoras rurales, pero habrían ingerido el químico "por el agua", sostiene el dirigente. Como este, hay decenas de casos en todo el mundo.
En sintonía, el politólogo Juan David Otálora Sechague opina que "hay un sistema económico global que está aliado con ciertas élites políticas, económicas y mediáticas", y ello explicaría el vigente funcionamiento del modelo de negocios. "Se ha logrado limitar el acceso a la información", acota el analista. Desde su punto de vista, esto genera que "no se tenga suficiente conocimiento sobre las consecuencias de los agroquímicos y las semillas genéticamente modificadas".