Cuando estalló la guerra, la veterana española Alejandra Soler vivía con su marido en la URSS, que consideraba su segunda patria. "La guerra nos pareció muy cercana, pues era el mismo enemigo: el fascismo", cuenta.
Con la sangrienta la batalla de Stalingrado siempre tronando en su memoria, Soler asegura que nunca podrá olvidar el traslado por el río Volga "con la nube de aviones arriba y la lluvia de bombas abajo". Soler no solo trataba de salvar su propia vida, sino que trabajaba como profesora y permaneció con sus alumnos prácticamente en la línea de fuego, cuando el Ejército Rojo los apadrinó. "Logré salvar de Stalingrado a todos mis alumnos, y hasta hoy son como hijos míos y me llaman en todas las fiestas", relata.
Ahora en España, sigue luchando por la justicia social, y por mejorar las condiciones educativas y sanitarias de los más desfavorecidos.