"Algo tan simple como no cerrar tus redes sociales puede costarte la vida"
Esta impactante entrevista a Antonio Salas comienza por su último trabajo, el libro 'El hombre que susurraba a las máquinas'. Preguntado por la motivación de escribir sobre la ciberdelincuencia, el autor nos explica que "en el momento que estamos viviendo, no somos conscientes de hasta qué punto nuestra vida está en la red. Nos hemos acostumbrado a esa rutina, a manejar todo con el teléfono móvil, a exponer totalmente nuestra vida y la de nuestras familias en las redes sociales y nos parece normal porque todo el mundo lo hace".
Según sus propias palabras, trabajar en este libro le ha permitido comprender que "todo está en la red y se puede acceder a ello con relativa facilidad. Antes los hackers eran eruditos informáticos y solo ellos tenían acceso a las vulnerabilidad de nuestro sistema, pero ahora cualquier chaval de 14 años puede bajarse un tutoría de Youtube y romper tu contraseña para acceder a tu correo, piratear tu red wifi y a través de ella acceder a tu ordenador…es decir que somos tremendamente vulnerables". Capítulo aparte merecen "las grandes multinacionales, los grandes proveedores de Internet, las agencias de inteligencia y cómo utilizan y gestionan nuestra intimidad en la red".
El estudio y comentario de los casos de Snowden, Assange, o Falciani le llevó, según nos explica, a conocer un perfil interesante: los llamados 'hacktivistas', a los que considera elementos vitales en la difícil defensa de nuestros derechos y libertades como usuarios digitales. En su opinión, las figuras de Assange o Snowden tienen una importancia "fundamental, porque ellos nos han abierto los ojos, nos han quitado la venda. Organizaciones como Anonimous y Wikilieaks son la ultima barrera de defensa que tenemos frente al control absoluto de nuestra vida y de nuestra intimidad por parte de los gobiernos o de los grandes proveedores de Internet".
Por eso lamenta que después de que personas como Assange o Snowden hayan "hipotecado sus vidas", como "auténticos mártires" en esa lucha, la mayoría de los usuarios de Internet sigamos "anteponiendo nuestra comodidad a nuestra seguridad, que es precisamente lo que quieren quienes desean acceder a nuestra información. Porque el poder es absoluto: poder controlar toda tu intimidad, con quien te relacionas, con quien hablas, qué es lo que dices, qué páginas visitas…es tener un control absoluto sobre nuestras vidas".
Por ello, anima a las personas a responsabilizarse más seriamente de su propia seguridad en el ámbito digital: "Existen formas de defenderse y no es tan complicado; eso es una de las cosas que me resultaron más estimulantes, que con un poco de interés que pongas en su navegación, simplemente vigilando la dirección que tengas en tu navegador, utilizando contraseñas robustas…eso hará que tu seguridad vaya creciendo. No hay que saber informática o ser un gran matemático para aumentar tu seguridad en Internet; sólo hay que usar el sentido común".
El enorme poder de la ciberdelincuencia
"Hoy por hoy -afirma rotundamente salas-, el cibercrimen mueve más dinero que el narcotráfico. Es inmensa la cantidad de dinero que se está robando a los bancos, a las aseguradoras, a los usuarios. La información que hay en Internet da muchísimo dinero. Los hackers siempre dicen que cuando algo en Internet es gratis es porque el producto eres tú. Cuando navegamos alegremente en busca de películas pirata, de música pirata, de libros pirata…debemos ser conscientes de que alguien está ganando dinero con eso, y es a través de nuestra información".
Gracias su reciente investigación, este periodista ha constatado que "los grupos de crimen organizado tienen muchos más recursos, mueven unas cantidades de dinero extraordinarias y tienen mucha más capacidad tecnológica a la hora de diseñar los ciberataques que la que tiene la policía". Y añade un detalle perturbador: "Incluso a pequeña escala, yo me he encontrado algo realmente terrorífico: personas que, por la crisis económica, se han quedado sin trabajo, son un poco hábiles, y han descubierto lo fácil que es robar con Internet".
Además, explica un acto delictivo que pone de manifiesto hasta qué punto la ingenuidad a la hora de compartir información personal en las redes sociales: "Existen grupos de criminales que se dedican a ir por los edificios de viviendas y fotografiar los buzones de correo postal, con los nombres de las personas. Luego buscan a esas personas en Facebook. Y como a mucha gente se le ocurre publicar en Facebook que se van de vacaciones y sus fechas de viaje…pues entonces ya saben que esa casa va a estar libre para entrar a robar”.
"Algo tan simple como no cerrar tus redes sociales podría llegar a costarte la vida -explica nuestro invitado-. Existen individuos, con diferentes tipos de intereses, a veces económicos, a veces sexuales, que se dedican a crear perfiles falsos para intentar acceder a otras personas. Probablemente entre los 'amigos’ que tenemos en Facebook o entre los seguidores que tenemos en Twitter hay docenas de perfiles falsos que están ahí porque quieren algo de nosotros". Salas cuenta también en la entrevista que durante su investigación conoció casos terribles de ciber-bullying, que en ocasiones terminaron con el suicidio del menor acosado.
Contra los neonazis en España
Gracias a su trabajo para el libro 'Diario de un Skin', en el que Salas estuvo infiltrado en un grupo neonazi, se produjo la primera sentencia judicial en Europa contra un colectivo de estas características. "La legalización del grupo Hammerskin -nos cuenta el periodista-, que efectivamente sentó un precedente jurídico a nivel europeo, ha implicado un precio alto para mi. Pero cuando llegas al juicio que es el momento de validar socialmente tu reportaje, hay que ser consecuente. Cuando yo invito a una chica traficada a que denuncie a sus proxenetas, o cuando animo a una víctima de la violencia neonazi a que denuncie a sus agresores… luego no sería muy consecuente si yo no participo en lo que implica esa denuncia".
A continuación nos cuenta detalles trepidantes del día en que tuvo que declarar: "Yo aquel día lo vivi como una película irreal hasta que me senté en el estrado. Me cité con los responsables de la 'operación puñal' de la Guardia Civil en un punto de Madrid, me metieron en la parte de atrás de un coche que iba con las sirenas a toda velocidad…habían montado un dispositivo para entrar en la Audiencia por la parte trasera (porque habíamos descubierto que los skins habían hecho una colecta para contratar a un sicario que evitase mi declaración)… Cuando ya estás en el estrado, sabes que tienes a un lado tienes a los 15 acusados, con sus abogados, está también la jueza…y tienes que contar tu historia. Y aunque ellos no podían verme porque había una mampara, yo casi podía percibir el odio de aquéllos que habían sido mis camaradas. Se podía sentir como aquel odio atravesaba la mampara". Fue un día intenso, pero cuando llega la resolución judicial, que luego se ratifico en el Tribunal Supremo, te das cuenta de que este formato periodístico merece la pena, porque puede tener resultados incluso a nivel legal.
"Lo más duro ha sido la trata de blancas"
Antonio Salas, o más bien el auténtico ser humano que se esconde tras ese nombre, se emociona genuinamente al hablar de este tema, que reflejó en su libro 'El año que trafiqué con mujeres': "He estado metido en muchas situaciones; investigaciones más largas en el tiempo o más costosas económicamente… pero lo más duro que hecho psicológica y emocionalmente ha sido la trata de blancas. Como hombre, antes de meterme en el mundo de la trata, yo tenía socializado el tema de la prostitución, como lo tienen mis compañeros, mis amigos, mis padres, mis abuelos…lo veía como algo normal. No somos conscientes de lo que hay detrás de la prostitución hasta que lo conocemos; para mi fue una revelación, una experiencia terrorífica".
Y a continuación profundiza en su punto de vista al respecto, contando algunas experiencias demoledoras: "Para mi, la prostitución, voluntaria o involuntaria, es la trata de esclavos del siglo XXI. Yo he llegado a negociar la compra de una chica nigeriana, con su hijo de dos años, por 17.000 dólares, o la compra de una chica rumana por 8.000 euros…detrás de cada una de esas chicas hay una historia terrible y espantosa. A mi me escandaliza cada vez que veo en un periódico la sección de anuncios…yo no entiendo por qué no se permiten anuncios de venta de cocaína o de heroína, cuando sí se permite anunciar en los medios de comunicación el tráfico de seres humanos directamente".
Hacia el final de la entrevista, cuyo visionado completo recomendamos encarecidamente, nos explica el punto de no retorno en que se encuentra su intrépida e intensa carrera profesional: "Pensaba que podría volver a la vida normal, pero cuando recibes todos los días amenazas, insultos, emails, llamadas…te das cuenta de que no hay vuelta atrás. De que no hay manera de que se olviden de ti".