El superintendente nacional antidrogas de Venezuela, Richard López Vargas, comentó en 'Entrevista' de RT, que "hasta ahora no ha habido posibilidad de una buena coordinación" con Colombia para garantizar la seguridad en la frontera.
A pesar de que Colombia y Venezuela comparten una frontera de más de 2.000 kilómetros, la cooperación de seguridad entre ambos países es casi inexistente, lo que favorece que del lado colombiano proliferen los laboratorios de procesamiento de drogas y el narcotráfico.
El funcionario atribuye esta imposibilidad al "silencio operativo" de las instituciones colombianas, a pesar de los intentos de Caracas por lograr normalizar la situación en la zona limítrofe del estado Apure, especialmente en las últimas semanas, cuando se han producido enfrentamientos entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y grupos irregulares colombianos. "No hemos tenido intercambio de información", apuntó Vargas.
"Toda esa generación de violencia [en Colombia], que es interna, tiene una proyección de inseguridad hacia nuestro país"
Para el superintendente, esta situación no es nueva ni exclusiva de Apure, sino que también se presenta en otros puntos como la Guajira colombiana, el sur del Lago de Maracaibo y el estado Táchira, provocando que tanto los conflictos internos en Colombia como las violencias derivadas del narcotráfico, tengan "una proyección hacia Venezuela".
"Toda esa generación de violencia [en Colombia], que es interna, tiene una proyección de inseguridad hacia nuestro país", precisó el funcionario, quien destacó que la necesidad de resguardar la zona fue lo que provocó el reciente despliegue de la operación Escudo Bolivariano en el estado Apure: "Es un muro de contención".
Vargas citó datos del observatorio de droga en Colombia, que estima que existen más de 1.000 laboratorios de procesamiento de narcóticos, del lado colombiano, en la zona limítrofe con el estado Apure. Y agregó: "Al ser ese número tan elevado, se generan una cantidad de conflictos internos, de espacio, de pugnas para el propio tráfico, de la producción", que tienen un impacto directo sobre la población de ambos países.
Además, el funcionario reveló que en los campamentos recientemente desmantelados por las Fuerzas Armadas venezolanas, durante el operativo Escudo Bolivariano, se detectó la presencia de drogas y de "un sistema de minas antipersonal", que pretendían impedir el avance de vehículos en las zonas que trataban de tener bajo control.
Para Vargas, más allá de las dificultades que actualmente afronta la colaboración entre Caracas y Bogotá, hay otros factores en la dinámica de la lucha antidrogas que complican el panorama. Entre ellas, menciona la paradójica relación entre EE.UU. y Colombia, que a pesar de que el país norteamericano ha ampliado su presencia militar y logística en territorio colombiano, hay un "incremento exponencial" de la producción de sustancias ilícitas.
"Cada vez que hay presencia norteamericana, la producción [de drogas] aumenta", puntualizó Vargas, tras recordar cómo la salida de las agencias de Administración de Control de Drogas (DEA) de Venezuela permitió duplicar el número de toneladas de drogas incautadas e incrementar las capturas de cabecillas de organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico.
En ese particular, detalló que en 2004, antes de la expulsión de la DEA, en Venezuela se incautaron 43 toneladas de drogas y, en 2005, tras el cese de las operaciones de la oficina estadounidense, esa cifra aumentó a 77 toneladas anuales.
Si desea conocer más de la postura de nuestro invitado sobre el debate regional sobre la legalización de la marihuana, el impacto cultural de las narconovelas en Venezuela y las acusaciones de EE.UU. contra funcionarios del Gobierno Bolivariano, les invitamos a que vean la entrevista completa.