Ser justo: la catedral de todos
En Mejorada del Campo, pueblo situado a las afueras de Madrid, la capital de España, un antiguo monje jesuita llamado Justo Gallego Martínez, de 91 años, lleva construyendo una catedral por su cuenta desde hace más de medio siglo. Algunos lo llaman santo, mientras que para otros es solo un loco.
El 'plano' está en el corazón
Desde hace 10 años también participa en esta ardua empresa Ángel López Sánchez, que ya se ha acostumbrado a construir sin tener un plan preciso, ya que Justo construye guiado por sus sentimientos.
"Tenía curiosidad de saber qué era esto. Un día me acerqué y estuve viéndolo. Me marché, pero al día siguiente volví otra vez. Al tercer día, subí y Justo estaba en un rincón apartando unos alambres. Me dijo que si buscaba algo", cuenta Ángel. Entonces, Justo le preguntó si era cristiano y, tras aclararle que no tenía dinero para pagarle, aceptó que lo ayudara ocasionalmente.
El templo cristiano, que muchos llaman 'La catedral de la basura', ha sido construida gracias a aportaciones de todo tipo: hay quienes ayudan con dinero y otros con material de construcción. Este peculiar lugar recibe la visitas de curiosos a diario.
No es lugar para misas
El deseo de Justo pasa por traspasar su catedral a la diócesis local para que se oficien misas en ella, pero para ello le piden legalizar el edificio, algo que lleva intentando sin éxito desde hace 20 años. Le requieren un proyecto y Justo no lo ha tenido nunca. De hecho, la catedral fue construida sin permiso.
"La gente me dice: '¿pero entonces usted no tiene título?' [...] Has notado que esto tiene una proporción de anchura y altura, ¿no? Yo lo he hecho sin querer. No dibujo nada. En el momento en el que tengo la medida y la escuadra, ya está todo hecho", relata Justo, que confiesa que si le "clavan en la cruz como a Cristo", sería "lo mejor" de su vida.
Por su parte, el arquitecto Francesco Oliva afirma que hay partes del edificio que son "más lógicas" y otras que son "improvisaciones". "Al azar. Van probando, se va sujetando, y va creciendo. Hay cosas que nadie haría", explica Oliva, haciendo hincapié en la dificultad que tiene legalizar algo "que ya está hecho y con tanta peculiaridad estructural".