Zona 3, el área más peligrosa de Ciudad de Guatemala, alberga también el Cementerio General de la ciudad a orillas de un enorme vertedero de basura. Esta es la realidad de cientos de personas que viven de la recolección de basura en este lugar, entre ellos muchos niños.
Día con día, ellos rebuscan entre la basura latas, botellas de vidrio, papel y cartón con el objetivo de reciclarlos. Si tienen suerte, pueden encontrar plata, oro, dinero e incluso teléfonos celulares. Otros, por desgracia, han llegado a encontrarse hasta cráneos humanos. ¿Es esto una desgracia? Algunos de ellos piensan más bien que es la voluntad de Dios.
De cualquier forma, se paga un precio muy alto por realizar un trabajo ya de por sí peligroso. Catástrofes azotan al vertedero al menos dos veces al año con la temporada de lluvias, siendo el último ejemplo de ellas un mortal deslave en abril de 2016. Sin embargo, los habitantes son conscientes de que el riesgo persiste día con día, ya sea por derrumbes o por las tóxicas aguas del río Las Vacas, que atraviesa el vertedero.
Algo peor que la basura
Pero los desastres naturales son solo uno de los varios peligros de la zona. Los residentes evitan hablar de más con los visitantes, debido a que temen las repercusiones de la 'mafia del vertedero', un grupo de bandas criminales que operan en el área.
"Corre riesgo la vida de mucha gente. Hasta la de ustedes", dijo un miembro de la Mara Salvatrucha identificado únicamente como Josué, que refleja lo críticas que son estas bandas para la sociedad. "La mara vale más que tu vida" dice el joven, quien confiesa sentirse dividido pero de todas formas condenado a este estilo de vida.
"He hecho cosas que no he querido, pero me ha tocado", menciona, antes de mostrar un simbólico tatuaje con tres puntos. "Son los únicos tres destinos que me quedan: la muerte, el hospital y la prisión", dijo el joven con resignación.
Esperanza todos los días
A pesar de la difícil situación de la zona, la ayuda aparece incluso desde lugares inesperados. Shannon Moyal, una trabajadora canadiense de una ONG, ha prestado apasionadamente su ayuda por muchos años en la Zona 3, a la que califica como "un animal salvaje". Moyal, así como Saúl Sánchez, un pintor de la zona, optan por mirar la belleza de entre la basura y ayudar a los habitantes de la Zona 3 a superarse y ver con optimismo el futuro.
Según Sánchez, hay "cosas extraordinarias" en el basurero. "Ellos solo ven el vertedero, pero cuando aprendan a pintar, verán y crearán belleza", dijo el artista. Moyal, por su parte, considera que ellos "necesitan a alguien con quien hablar". Entre lágrimas y abrazos, Shannon y Josué dieron muestra de la esperanza que ahí se siente día con día.