En un mundo donde las sociedades avanzadas han establecido una notable dependencia de los combustibles fósiles, una comunidad autosuficiente y sostenible que no hace uso de ellos supone un verdadero desafío cultural y adquiere el aspecto de una utopía ecológica. Sin embargo, el proyecto Earthship Biotecture lo ha puesto en práctica.
De la mano de su fundador, Michael Reynolds, nos adentramos en esta comunidad para explorar su construcción, su interesante ingeniería, la vida diaria que se desarrolla en su interior y los diferentes planteamientos personales y sociales que surgen en un entorno tan diferente e innovador.
"Hay seis cosas que el ser humano necesita en este planeta –explica Reynolds–: necesitamos agua; una vivienda confortable que no use combustibles fósiles; necesitamos electricidad; necesitamos tratar las aguas residuales y la basura de alguna manera; y necesitamos comida. Estas viviendas llamadas 'naves-tierra' [traducción del inglés 'eartship'] satisfacen todas esas necesidades en todo el mundo".
Además, sus moradores parecen encantados, Aleli Estrada, miembro de la comunidad Earthship, asegura que "aquí uno se siente realmente bien, hay una sensación de verdadera solidez al vivir dentro de una estructura terrestre; uno se siente mas conectado al mundo exterior y a la vivienda".
Libertad personal
Una parte esencial de Earthship Biotecture es su academia, donde se prepara a una "familia global" de estudiantes para que puedan incorporarse a la comunidad, adquirir los conocimientos necesarios para adaptarse y contribuir con su conocimiento al progreso y mejora del proyecto. Estudiantes de 80 países distintos han aprendido aquí lo necesario para crear y habitar una 'nave-tierra'.
Kirsten Jacobsen, directora de formación de Earthship Biotecture, nos cuenta qué le inspiró a enrolarse en esta peculiar aventura: "pensé que tal vez, si uno pudiera crear su propia fuente de energía independiente de la red eléctrica, también podría crear su propio poder social y político y no depender tanto de los intereses de las corporaciones o del gobierno. Eso daría libertad personal a la gente".
Otro de los protagonistas de este reportaje, también residente en esta "ciudadela verde", explica que "la idea es convertir esta zona en una comunidad dinámica, donde también haya vegetación y se puedan cultivar alimentos. De esa forma, a modo de recompensa, por todo lo que hemos tomado de la tierra, se lo intentamos devolver de otra manera, creando una comunidad sostenible".
Para una grata inmersión en la realidad de este proyecto arquitectónico, ecológico y social –humano, en definitiva– les recomendamos que vean el reportaje que les ofrecemos en su totalidad.