"La bandera estadounidense incita al suicidio"
En este episodio, Max Keiser y Stacy Herber debaten sobre el doble rasero de la Justicia en EE.UU., que existe tanto en el plano financiero como en el económico y el político.
En este sentido, Stacy señala que los privilegiados –políticos, oligarcas y grandes empresas- cuentan con su propio sistema bancario, financiero y fiscal" y también quieren conseguir su propia Justicia en los tratados de comercio, "con el famoso arbitraje de diferencias Estado-inversor que los eximiría de atenerse a la Justicia ordinaria".
Además, mientras que la gente ordinaria tiene que cumplir con las disposiciones del sistema de Justicia, los impuestos, los costos educativos y el programa Obamacare, entre otros, "el sistema de estos privilegiados es de lo más benévolo: no hay barreras, pueden moverse libremente, no pagan impuestos, no se aplica la Justicia".
"Estados Unidos es una 'farmacocracia'"
A continuación, Max y Stacy pasan al tema de los gigantes farmacéuticos, que suelen utilizar el sistema de patentes de EE.UU., diseñado para proteger las nuevas innovaciones, para salvaguardar a sus antiguos productos. Según un estudio de la Universidad de California, al menos el 74% de los fármacos asociados a nuevas patentes corresponden en realidad a medicamentos ya presentes en el mercado.
Además, el anfitrión del programa indica que estas compañías "siempre cuentan con los miles de millones de dólares de apoyo financiero de algún congresista estadounidense corrupto", a pesar de que no informan sobre "la larga lista" de efectos secundarios de sus medicamentos. "Uno de los efectos secundarios siempre es la posible inducción al suicidio. Pues bien, a tenor de eso, bien podría decirse que la bandera estadounidense incita al suicidio, porque Estados Unidos es una 'farmacocracia'", sentencia Max.
En la segunda parte del programa, el conductor habla con Max Blumenthal, redactor jefe de Alternet Grayzone Project y copresentador del 'podcast' político 'Moderate Rebels'. El invitado apunta que la verdadera injerencia en la política exterior de EE.UU. no está condicionada por Rusia, como suele decirse desde la victoria de Donald Trump en los comicios de 2016, sino "por Arabia Saudita y el lobby proisraelí, algo de lo que jamás se habla en los medios por cable".