"La gente vota contra los monopolios, los monopolios compran a los políticos"
Max y Stacy hacen un repaso de la historia en la primera parte del programa, evocando el poderío económico y político que la Casa de los Medici ejerció a lo largo de Europa en el siglo XV. Stacy recuerda que la familia florentina instaló a varios de sus miembros en las monarquías y papados de la época, y fueron célebres mecenas de artistas como Leonardo da Vinci o Rafael.
"Eran muy ricos por aquel entonces", resume Max, aclarando que los Medici "fueron protagonistas de una gran corrupción [...] y concentración de riqueza" que dieron lugar a la caída de su imperio. "En EE.UU. tenemos una corrupción similar con el dinero en la política", agrega el presentador, señalando a las grandes corporaciones de la actualidad.
"Es algo patente por todo EE.UU., donde las grandes empresas dedican un dineral a los 'lobbies', e incluso más dinero aún a financiar las campañas electorales", indica por su parte Stacy. Ella explica que tales compañías utilizan su poder para establecer precios de forma monopolista, lo que a su vez genera que la población "oriente su voto hacia aquellos que puedan destruir esa capacidad de fijar los precios".
"Eso es lo que hace que los monopolios cada vez dediquen más dinero a comprar a los políticos, que no le hacen caso a la gente", explica la anfitriona. "Y el ciclo se repite una y otra vez", resalta Max.
En la segunda parte del programa, Max pide al doctor Michael Hudson, autor de 'Superimperialismo', que caracterice al actual "imperio estadounidense".
"Está luchando denodadamente por mantener su control sobre otros países e intentar decir que el crecimiento del resto de las naciones tiene que pagarse a EE.UU.", afirma el experto.
Hudson explica que su objetivo es monopolizar la tecnología, las finanzas y los servicios básicos del resto de los países, como parte de su "colonialismo a la antigua".
"Cuando EE.UU. insta al Viejo Continente a no comprar gas barato a Rusia, sino el costoso gas licuado estadounidense, Alemania contesta 'lo que ustedes digan', y el Reino Unido dice 'está bien'", describe Hudson, contrastando estos casos con el de China o Rusia, "que se están desprendiendo del yugo estadounidense".