Los presentadores comentan sobre la posibilidad de que China se convierta en la próxima superpotencia, teniendo en cuenta el crecimiento de su economía y proyectos ambiciosos como "un cinturón, una ruta".
Mientras que Ray Washburne, un alto oficial estadounidense de la OPIC (Corporación de Inversiones Privadas en el Extranjero), advirtió que Pekín "está sobrecargando de deuda a los países pobres", Max observa que esto era precisamente algo propio de EE.UU y que, gracias a ello, "ha ganado un dineral".
"¿Acaso están imitando la política estadounidense del imperio de la deuda, o es que lo han hecho por error? Porque parece que quieran competir con EE.UU. e incluso apoderarse de él con políticas a cargo no de una inteligencia artificial, sino de su burocracia, que dice que hay que cargar de deuda a los países pobres", señala.
Stacy apunta que los legisladores estadounidenses preparan una ley que "debería impulsar la inversión privada del país en los países en desarrollo, duplicando el acceso por parte de la OPIC al crédito del Tesoro hasta los 60.000 millones de dólares". Es decir, necesitaría ese dinero para competir con China, recalca Max.
"Ray Washburne dice que es injusto lo que está haciendo China de cargar de deuda a esos países, sin darse cuenta de que eso mismo es lo que hacía antes Estados Unidos. Y aun así, tiene el descaro de dirigirse a la opinión pública estadounidense y quejarse de la situación, todo para exigir dinero con el que perpetrar nuestras propias injusticias y competir con China", critica Stacy.
"La ventaja que supone ser el primero en algo"
Max, por su parte, considera interesante el hecho de que "China no ha adoptado una postura de confrontación; no invade ni bombardea a nadie para poder ejecutar los tratados de comercio, sino que pone en el punto de mira una serie de zonas con las que EE.UU. aún no ha entablado una relación comercial sólida". En este sentido, Pekín no se fija en los países donde no puede competir con los norteamericanos, sino en lugares como Sri Lanka o África.
"Eso es lo que les permite desarrollar su propia tecnología, su innovación, la ventaja que supone ser el primero en algo", observa. Mientras, señala Stacy, "desde el punto de vista económico, EE.UU. ya no es capaz de competir con China, por lo que se centra en los países con los que puede competir, y además con la creencia de que tenemos una supuesta superioridad moral que nos permite invadir y sancionar a cualquier país del mundo, cosa que nadie más puede hacer".