Los precios de los medicamentos en EE.UU. empezaron a despegar frente a los demás países coincidiendo con el acuerdo del expresidente Barack Obama y el sector farmacéutico sobre no contener los precios, sostiene Max Keiser. En la actualidad, algunas personas con diabetes tienen que pagar 1.300 dólares mensuales por las dosis de insulina que necesitan, pero muchos no cuentan con los fondos suficientes, por lo que se ven obligados a adquirir insulina menos eficaz o a racionar las dosis.
Mientras, otros pacientes estadounidenses que padecen esta enfermedad se desplazan hasta Canadá para comprar allí la insulina, ya que ese país tiene atención médica universal y negocia los precios con las compañías farmacéuticas.
Otro de los factores que determinan el precio a los medicamentos en EE.UU. es su "opaco sistema". Los administradores de beneficios controlan qué insulinas se incluyen en las listas de medicamentos aprobados de las aseguradoras y reciben por ello una bonificación por parte de los fabricantes. Si la bonificación es demasiado baja, tienen la potestad de excluir el medicamento de la lista. Esto hace que, al final, lo que una persona paga por insulina pueda diferir notablemente de lo que paga otra, afirman los conductores del programa.
Max también cita unos datos que revelan que el Obamacare no ha ayudado a que se incremente el número de médicos en los centros de atención sanitaria, a pesar de que la cifra de administradores, burócratas e intermediarios sí ha aumentado.
"Todos ellos se reparten el pastel, por eso el precio de los medicamentos sigue disparándose", afirma. Estados Unidos "no está progresando en absoluto"; está "retrocediendo al feudalismo", agrega.