Este año es el 50.º aniversario del patrón dólar, época de un aumento descontrolado de la deuda, y ahora mismo "estamos ante una máquina del apocalipsis financiero que nos asegura el derrumbe hiperinflacionario a nivel global de todas las divisas fíat frente al bitcóin y el oro", asevera Max Keiser en la edición de su programa de este sábado.
Desde 2016 presenciamos la desdolarización y la desglobalización, y es lo que caracteriza el siglo XXI en general, en el que se busca "acabar con la globalización que se instauró a partir de que el dólar fuera divisa de reserva mundial", explica Max. "Todo se está viniendo abajo y resquebrajándose", opina.
Al dar como ejemplo la situación con Irán, sancionado por Estados Unidos, el presentador recuerda que Europa depende energéticamente de países vetados por Washington que lo importunan de una u otra manera, y la Unión Europea ya se enfoca en el desarrollo de sistemas de pago alternativos "para negociar con el resto del mundo sin que intervenga el dólar en el proceso".
"Que la Unión Europea esté buscando alternativas al dólar es una señal inequívoca de que Estados Unidos ha perdido la capacidad de imponerse con un dólar que puede emitir con tan solo pulsar un botón", señala Stacy Herbert.
Por otro lado, vivimos también en un imperio de la deuda, que es "un absoluto desprecio por el futuro y por las generaciones venideras", sostiene la presentadora, que indica que los magnates del dinero fíat "se benefician de que el Gobierno tenga deudas perpetuas". De esta forma, somos testigos de situaciones como la de Argentina, que emitió un bono a 100 años, "y con estos bonos perpetuos devoramos la riqueza de hasta 500 generaciones futuras", explica.
"Los bonos perpetuos tienen la misma probabilidad de éxito que tratar de crear un móvil perpetuo. No funciona, los bonos perpetuos no funcionan porque no son más que otro nombre que se le da a la flexibilización cuantitativa, a la monetización de la deuda, a la hiperinflación contra los activos reales como el bitcóin y, hasta cierto punto, el oro", añade Max.
"Si mal no recuerdo, en Australia cuentan que existe un pudin mágico que uno puede comer y comer sin parar y nunca se acaba. Creo que la historia acaba mal", concluye.