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"Un capitalismo sin capital", o cómo los economistas neoclásicos intentan "racionalizar una economía hecha trizas"

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En este episodio de soluciones veraniegas de 'Keiser Report' Max y Stacy hablan con el profesor Steve Keen de su nuevo libro: 'The New Economics: a Manifesto' y charlan sobre los problemas de la economía neoclásica, uno de los cuales es la búsqueda del equilibrio pese a que, como señaló Schumpeter, la inestabilidad es uno de los puntos fuertes del capitalismo industrial, ya que incentiva la innovación. También hablan de la creciente brecha de riqueza y cómo resolverla.
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A diferencia de la economía clásica, que tiene en cuenta el valor objetivo de las cosas, la economía neoclásica parte de la satisfacción subjetiva y de la utilidad de los bienes que les asignan los consumidores. "Empezaron con un modelo plenamente basado en la economía de libre mercado, y para que el modelo funcionara desde el punto de vista matemático, tuvieron que inventarse la figura de un dictador benévolo que reasignara los ingresos antes de que nos fuéramos de compras, que es algo que hemos aceptado con normalidad", explica Steve Keen.

Según Max Keiser, "ese dictador benévolo no es otro que la ausencia de un mercado que cumpla con su función, como ocurría en la Unión Soviética, donde el precio de los tractores lo determinaba un incentivador de mercado central, lo cual llevó al país a su desmembramiento".

Mientras que los precios los determina el mercado, que refleja la distribución de los ingresos, la riqueza y el poder, los defensores de la economía neoclásica optan por la teoría de la productividad marginal de la distribución de la renta, sosteniendo que es un modelo más justo. En opinión del invitado Keen, esto equivale a tener un "dictador benévolo que se encarga de distribuir los ingresos antes de que entre en juego el intercambio comercial".

Por qué la economía neoclásica les conviene solo a los ricos

Los economistas neoclásicos consideran una situación óptima para la sociedad aquella en la que para que a alguien le vaya mejor, a otros no les tenga que ir peor, recuerda Keen, y este objetivo contradice al óptimo de Pareto, que estipula que no se puede aumentar el bienestar de uno sin perjudicar a otro. "Para que el 99 % menos adinerado mejore su situación, tiene que haber alguien del 1 % que pierda parte de su riqueza, y eso no les gusta", indica el invitado.

"Es normal que a los ricos les guste la economía neoclásica, en tanto en cuanto es una teoría que permite mantener los desequilibrios en el sistema de los que estamos hablando", señala Keen, quien agrega que si los promotores de este modelo económico "reconocen que el dinero importa, o que la distribución de los ingresos influye en la demanda agregada, entonces se les viene abajo todo el tinglado".

Por su parte, Stacy Herbert añade que "los defensores de esa teoría siempre hablan de la existencia de un equilibrio que lo controla todo, lo cual no parece encajar mucho con todas esas intervenciones por parte de la Reserva Federal para salvar a los acreedores y que los mercados bursátiles y el precio de la vivienda sigan subiendo".

Max, a su vez, describe el concepto de la economía neoclásica como "un capitalismo sin capital" y sostiene que esa búsqueda del equilibrio "es casi como un intento de racionalización 'a posteriori' llevado a cabo a partir de un sistema que, básicamente, está roto y es eminentemente desigual". "No se trata de describir el funcionamiento de la economía, sino de racionalizar una economía hecha trizas", concluye.

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