"El bitcóin se va convirtiendo en el estándar global. Adiós, dinero fíat", comenta Max Keiser al inicio de esta nueva entrega del programa 'Keiser Report'.
A medida que los bancos centrales continúan dedicándose a manipular el valor de su dinero y a interferir con las señales de precios, el bitcóin es la "única moneda que importa", asegura su compañera, Stacy Herbert, aclarando que en el mundo de los mercados de criptodivisas hay "miles de monedas impostoras" que siguen los pasos del dinero fíat.
"No son más que proyectos individuales similares a las divisas digitales de los bancos centrales, una forma más de imprimir su propio dinero. Eso es lo que sucede con todas las monedas que no son el bitcóin. El propio Ethereum se dedicó a quemar parte de su suministro para incrementar el valor", explica.
Entre tanto, el bitcóin gana fuerza, y eso lo demuestra la posición de Rusia, quien parece estar reconociendo el sentido estratégico de esta moneda. Luego de que el Banco Central ruso propusiera una prohibición total de las criptomonedas en territorio nacional, el presidente Vladímir Putin aclaró que el regulador "no se interpone en el camino del progreso tecnológico" y reconoció las "ventajas competitivas" de la nación en cuanto al minado.
"Rusia es uno de los países que tiene que lidiar con el uso que Estados Unidos hace del dólar como arma y que, como dirían algunos, es inconcebible. Parece que gravitar hacia el bitcóin es el movimiento obvio", comenta Max.
En este contexto, Stacy subraya que, aunque se puede coartar la libertad de los ciudadanos y evitar que tengan cualquier tipo de soberanía económica, "no se puede prohibir el bitcóin". "Muchos países alrededor del mundo se han dado cuenta de esto, así que han decidido adoptar la visión opuesta y unirse a la carrera —o guerra— de la tasa de 'hash' y así entrar en el siglo XXI", añade Keiser, vaticinando que EE.UU. serán los últimos en vincularse.