Se estima que la mitad de la población de EE.UU. cree ciegamente en alguna teoría de la conspiración, y para averiguar si esas hipótesis son reales, un equipo de RT visitó algunas de las mecas de las teorías conspirativas y entrevistó tanto a creyentes extravagantes como a expertos escépticos.
La ciudad de Roswell (Nuevo México) es conocida porque en sus cercanías se habría estrellado una nave extraterrestre en julio de 1947, un hecho que supuestamente fue ocultado por el Gobierno. El investigador y autor de 'best sellers' Donald Schmidt afirma que los restos de ese objeto eran de un material fino como el papel, que "no se podía cortar ni quemar, incluso una bala no podría penetrarlo".
Según una de las versiones oficiales sobre ese incidente, los residuos encontrados formaban parte de una operación secreta que tenía como objetivo captar posibles explosiones nucleares soviéticas durante la Guerra Fría. Pero el profesor asociado de Ciencias del Aire en el Instituto Militar de Nuevo México Frank Kimbler afirma que las características de ese proyecto, las fechas y horas no encajan, por lo que sostiene que se trataba de un ovni.
Factores psicológicos
Por su parte, diversos especialistas señalan que existen factores psicológicos y de personalidad en la creencia de las teorías conspirativas. "La primera es el hecho de tener más fe en la propia intuición que en los hechos fácticos, en la evidencia empírica. En la medida en que las personas creen que con su intuición van a descubrir una realidad que el método científico no permite descubrir, obviamente van a tender a caer en este tipo de teorías. En segundo lugar, es la necesidad de esas personas de que sus propias creencias no coincidan con la realidad", explica Ailin Tomio, especialista en ciencias del comportamiento.
En tanto, el profesor de psicología David Ludden manifiesta que las personas que creen en las teorías conspirativas suelen ser "muy especiales, que se sienten como que están al margen de la sociedad, y creen que al profundizar en las teorías conspiratorias podría llegar a ser personas que saben más que otra gente".
En la sociedad estadounidense también es muy popular la creencia de que los masones controlan las riendas del país. Sin embargo, el archivista e historiador en el Consejo Supremo Masón de Washington, Arturo De Hoyos, asegura que uno de los objetivos principales de esa organización simplemente es lograr la superación personal de sus miembros, y que "nunca" hablan de política ni de religión.