República Dominicana: a la sombra del muro
República Dominicana comparte con Haití una isla en medio del Mar Caribe, pero las tensiones históricas y la actual crisis política en Puerto Príncipe le ha empujado a construir un muro que pretende frenar la migración haitiana en su territorio y evitar el contrabando y los problemas de inseguridad en la línea fronteriza.
El Instituto Nacional de Migraciones (INM) estima que en este lado dominicano de la isla hay unos 600.000 migrantes haitianos.
"Se trata de una inmigración compuesta por trabajadores jóvenes, varones de escasa formación educativa, se concentran en actividades manuales de poco requerimiento de calificación, como la agricultura, que es el sector que mayor concentración de trabajo tiene", explica Wilfredo Lozano, director del INM.
El asesinato del presidente haitiano Jovenel Möise, en 2021, profundizó la crisis en la nación caribeña, hoy dominada por bandas armadas. Según Naciones Unidas, en lo que va de 2023 han fallecido unas 1.446 personas por la ola de violencia. Y este es el principal argumento por el que se inició la construcción del muro fronterizo.
Una estructura tangible
Lo que durante mucho tiempo fue una línea imaginaria entre Haití y República Dominicana, hoy es una estructura tangible de hormigón armado. De 391 kilómetros de frontera, el muro abarcará 164 kilómetros, con una inversión aproximada de 31 millones de dólares.
El presidente dominicano Luis Abinader aseguró que entregará la estructura en el segundo trimestre de 2024.
El muro podría frenar el contrabando, sin embargo, ¿evitará que se propague la violencia de los grupos criminales en Haití, teniendo en cuenta que su actividad es resultado de la desestabilización provocada por la permanente injerencia de EE.UU. en el país?
Para entender el problema, un equipo de RT se dirigió al noroeste de República Dominicana, en la provincia de Dajabón, para visitar el mercado binacional que funciona en esta localidad y ver qué impacto tendrá el muro en las relaciones cotidianas.
Desde muy temprano, los haitianos se agolpan en su mitad del puente para cruzar desde Ouanaminthe, en Haití, hasta Dajabón. Descalzos o en calzados precarios, van cargados con herramientas de trabajo, ropa usada para vender, o cestas para llenar en el mercado.
"Realmente, la gran mayoría de nosotros, los dominicanos, vivimos de los haitianos, porque Haití es un país que no produce nada y nosotros somos su principal aliado comercial".
Muchos haitianos denuncian que es muy fuerte la corrupción por parte de funcionarios que se aprovechan de sus necesidades. Por ejemplo, aunque tengan carnet fronterizo, funcionarios de la guardia dominicana les cobran hasta 20 dólares para dejarlos transitar libremente.
Se estima que en cada día de mercado entran a Dajabón unos 10.000 haitianos. Cruzan para buscar sustento, trabajo y alimentos, sin embargo, el dinero de los haitianos sostiene buena parte de la economía dominicana, principalmente en el campo.
"Realmente, la gran mayoría de nosotros, los dominicanos, vivimos de los haitianos, porque Haití es un país que no produce nada y nosotros somos su principal aliado comercial. Realmente nosotros dependemos de ellos", asevera Alfredo Bejarán, comerciante y directivo de la Internacional Fronteriza.
El muro también deja huellas amargas entre quienes vieron afectados sus hogares por esta construcción. La demolición de viviendas comenzó a finales de 2022.
Las familias cuyas casas fueron afectadas ahora deben vivir de alquiler con precios impagables, o en condiciones extremas, porque no tienen respuesta del Estado.
Pero en Dajabón, los trabajos continúan. El muro lo construye la mano de obra haitiana, aunque eso sea un tema tabú. A ellos, no se les permite referirse al asunto, aunque tampoco quieren conversar. Prefieren, claro, conservar el trabajo.
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