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La Primavera Árabe en Libia: ¿Un ejemplo del frescor primaveral o de hedor a injerencia?

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La Primaveras Árabe prometían democracia, paz y prosperidad... con la ayuda de Occidente, supuesto exportador de bondades. El caso de Libia no fue una excepción por el discurso que se vendía, injerencia de terceros países y sus trágicos resultados. ¿Qué ha quedado de esas promesas? ¿En qué situación se encuentra el país en este momento? En esta edición de 'El Zoom', Javier Rodríguez Carrasco examina, con ayuda de los especialistas, el crudo invierno que trajo la primavera libia.
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"Esperanza, democracia, paz, prosperidad" eran algunas de las promesas de las Primaveras Árabes. Pero, ¿son hoy una realidad? ¿Han logrado sus objetivos? ¿Occidente está satisfecho con la democracia que se intentaba exportar? En esta nueva entrega de 'El Zoom', Javier Rodríguez Carrasco analiza los verdaderos motivos tras la intervención militar internacional en 2011 en Libia y si aquella 'primavera' trajo "frescor" o "hedor a injerencia".

"Con Gadafi fuera, la democracia llegaría en un momento, todo sería pan comido. Todo sería muy fácil. Casi tanto como matarle", recuerda el presentador de RT citando a la actual candidata demócrata a la presidencia de EE.UU., Hillary Clinton. "Decía que habrán vencido a aquellos que querían saquear sus recursos, generar caos o instaurar un gobierno a merced de sus mandatos, pero la realidad es que la gente [los libios] sigue sufriendo", recuerda.

Efecto bumerán

Para la corresponsal de guerra argentina Karen Marón, "hay que buscar responsabilidades y responsables de las invasiones que se han desarrollado en los últimos años" como la guerra de Irak, que dejó más de un millón de muertos en el país, y de "la mal denominada Primavera Árabe, un término preferido por los neoconservadores estadounidenses y la prensa internacional". "Para mí esto fue en realidad un invierno árabe, un invierno islamista en el que se levantaron las banderas del Estados Islámico y que tuvo consecuencias terribles para millones de personas", lamenta.

"En estos momentos, Libia es una de las capitales del Estado islámico", señala Karen Marón. "Lo que hemos vivido en esa denominada intervención humanitaria" fue que los Estados "reconocieron el error producido y las consecuencias que sucedieron en Libia y en todo el mundo árabe, donde había mucha división y era imposible que no existiese el caos y la ausencia de gobierno", añade.

Al mismo tiempo, en Europa se está produciendo un efecto bumerán: una ingente cantidad de refugiados e inmigrantes se desplaza hacia los países europeos a causa de conflictos como el originado en Libia.

Según el coordinador de equipo de Amnistía Internacional Alfonso López Borgoñoz, la intervención ha empeorado la crisis de los inmigrantes y por parte de las fuerzas internacionales "no se ve ningún intento de querer mejorar esta situación, sino el apoyo a las luchas intestinas de este país y a cada uno de los bandos que allí intervienen". "Los grupos armados de la oposición están controlando ciudades concretas, lo que provoca que estos se vayan extendiendo por toda Libia sin que haya, de momento, ninguna autoridad central que pueda establecer un control adecuado", explica.

Un caos difícil de descifrar

"Hoy Libia es más débil, no tiene una hoja de ruta y anda sumida en un caos difícil de descifrar, donde más que rezumar democracia, libertad y prosperidad, transpira locura, violencia y pobreza", denuncia Javier Rodríguez Carrasco.

Para Daniel Rosselló, analista de la web El Orden Mundial en el Siglo XXI, Libia es hoy una tierra fértil para el terrorismo. "Tras la desaparición del régimen de Gaddafi, Libia volvió a ser un un Estado tribalizado", pues al ponerse fin al control de fronteras que existía durante el Gobierno de Muammar Gaddafi se permitió "la infiltración de terroristas de toda la zona del Sahel", aclara.

"Pese a las carencias en el tema de derechos humanos del régimen de Gaddafi, este consiguió grandes progresos en materia de desarrollo humano, haciendo a Libia líder en este aspecto en África", recuerda Rosselló.

"Grandes potencias internacionales, como EE.UU., Reino Unido y Francia, han buscado siempre controlar el proceso político, pero sin tener clara un estrategia para el postconflicto, además de no tener unos conocimientos claros de cuál es la estructura social y política de países como Libia", explica el analista. En el caso libio, "Gaddafi logró durante 42 años, por inteligencia política y un uso excepcional de las rentas petrolíferas, asegurar una estabilidad sobre un sistema tribal que poblaba el país", describe.

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