Después de superar seis trasplantes de corazón, el multimillonario y filántropo David Rockefeller falleció en su residencia de Nueva York (Estados Unidos). Su muerte deja un legado no solo económico, sino también institucional e ideológico, como la forma de entender que el mundo se dirige bajo un patrón de élites y globalización. Ha sido uno de los pilares fundamentales del mundo financiero y económico, tal y como hoy lo entendemos.
Este magnate estadounidense también deja una colección de fundaciones, universidades y organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales bajo una sombra de teorías conspiratorias y conceptos como Nuevo Orden Mundial, Poder en la Sombra o Criptocracia. Asimismo, se le atribuye la creación del famoso Club Bilderberg, que reúne a las personas más influyentes de todo el mundo, y de la comisión trilateral: EE.UU., Europa y Japón.
¿David Rockefeller ha sido un monstruo, un poder en la sombra o una persona que realmente ha dedicado su fortuna y su vida a sus empresas, pero también a fines humanitarios y solidarios?
El poder del que gozaba no solo tiene que ver con el capital, sino con algo mucho más complejo, como la influencia en líderes mundiales, la negociación de tratados internacionales o la decisión sobre el futuro de las economías de países enteros.
De este modo, Rockefeller ha sido una figura indispensable para entender el sistema internacional o el orden mundial imperante, las normas y el sistema por el que nos regimos. Tras su deceso, su legado sigue vigente y con unas raíces demasiado profundas como para que se alegren mucho quienes celebraron su muerte en el Día de la Felicidad.