El que era el vigente presidente de Perú, Martín Vizcarra, anunció este lunes la disolución "constitucional" del Congreso llamando a unas nuevas elecciones para enero de 2020, pero la oposición continuó con el orden del día y aprobaba suspender de sus funciones a Vizcarra por 12 meses por incapacidad, juramentando a Mercedes Aráoz como presidenta en funciones del país, quien renunciaba unos días después, arranca Javier Rodríguez Carrasco en su nueva emisión de 'El Zoom'.
Este nuevo ejemplo de la grave crisis abierta entre los poderes ejecutivo y legislativo, "una idea enfrentada del país, de entender la política y gestión del futuro de millones y millones de ciudadanos que ya dicen 'basta'", pone a los peruanos en una situación delicada, probablemente la más delicada desde los tiempos de Fujimori, opina el conductor del programa.
"Hay muchas cuestiones que están a estas horas encima de la mesa, y más teniendo en cuenta la reciente renuncia de Mercedes Aráoz: ¿Cómo era posible tener dos presidentes entonces en el país? ¿Por qué ha renunciado, por qué tomó el cargo y luego no? ¿Qué va a suceder ahora con los que apoyaron ese juramento de la propia Aráoz?", se pregunta Rodríguez Carrasco, también interesándose por las intenciones con las que Vizcarra proclamó la disolución de las Cortes.
"Un escenario de preguntas sin resolver, de alboroto, de opiniones enfrentadas y de fractura que ha llegado acompañada del apoyo de las fuerzas militares y cuerpos de seguridad nacionales a Vizcarra", resume.
Desde su punto de vista, Perú parece estar "en una situación de bloqueo constante y permanente" por un lado por el propio sistema político que "es bastante susceptible de sufrir ese bloqueo entre poderes" y, por otro lado, por falta de "renovación integral del sistema de partidos que han estado y quizá todavía están salpicados por corruptelas, de coimas, de sobornos y demás, y eso ha llevado a que los peruanos hayan perdido la confianza en sus representantes".
"Está claro que la podredumbre de la corrupción implica a todo el sistema hasta profundidades que quizá ni imaginemos, pero unas reformas estructurales y el tiempo y la calma, y sobre todo la democracia lo pueden sanear. La duda que me queda es si la desesperación, la rabia o la impotencia de toda la gente se va a reflejar en las calles y ahí un pueblo dividido puede protagonizar un enfrentamiento encarnizado en el que las fuerzas de seguridad se van a posicionar de otra manera", concluye Rodríguez Carrasco.