"Para deshacerse de sus gigantes balsas de purines al aire libre, las granjas pulverizan el estiércol con dispositivos gigantes y lo liberan al aire en forma de lluvia fina", insistió Devries ante RT basándose en un impactante video que grabó con un avión no tripulado espía.
Según el documentalista, el mayor problema es que la mayoría de estas balsas están situadas cerca de zonas pobladas, además de que el viento hace que la llovizna tóxica cubra zonas muy amplias. "No abrimos ni puertas ni ventanas, pero el hedor se nota dentro de la casa igualmente. No puedes ni respirar", confiesa Elsie Herring, vecina de una granja, entrevistada por Devries.
Esta lluvia de residuos animales tiene "repercusiones graves para la salud" y afecta profundamente la vida de las personas, puntualiza el documentalista. Según los datos de Devries, existen estudios sobre enfermedades respiratorias, como el asma infantil, bastante común en la zona, y problemas de presión arterial derivados de la contaminación por purines.