Según informa el portal Salon, tras años de estudios de los supervivientes de experiencias altamente traumáticas y sus descendientes se ha descubierto que los hijos de personas que sobrevivieron al Holocausto tienen diferentes perfiles de la hormona del estrés y más predisposición a padecer trastornos de ansiedad. Los autores del descubrimiento son investigadores de la Escuela de Medicina Icahn de Monte Sinaí y el Centro Médico de Veteranos James J. Peters del Bronx, Nueva York (EE.UU.).
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Anteriormente los investigadores ya habían concluido que los supervivientes del Holocausto y otras personas que sufrieron un trastorno de estrés postraumático (TEPT) tenían niveles más bajos de cortisol, una hormona que ayuda al cuerpo a volver a la normalidad después de un trauma, en comparación con otros adultos de la misma edad. Además los científicos descubrieron que estas personas también tienen bajos niveles de una enzima que descompone el cortisol.
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El reciente estudio sometió a observación a descendientes de los supervivientes del Holocausto y demostró que, al igual que sus progenitores, muchos tenían bajos niveles de cortisol, particularmente si sus madres sufrían TEPT. Sin embargo, a diferencia de sus progenitores, presentan niveles más elevados de la enzima.
Los científicos teorizan que esta adaptación sucede en el útero, ya que la enzima está usualmente presente en altos niveles en la placenta para proteger al feto del cortisol circulante de la madre. Así, cuando las supervivientes embarazadas tenían bajos niveles de la enzima en la placenta, una mayor cantidad de cortisol podría hacer su camino al feto, que luego desarrolló altos niveles de la enzima para proteger a sí mismo.