Aja Frost comenta en el portal Themuse.com que nunca había visto a su colega Allen utilizar su smartphone. Aunque tenía uno, él prefería no usarlo en presencia de otras personas. "Cuando Allen me habló por la primera vez de su 'boicot', pensé que estaba loco", escribe la periodista. "Yo personalmente reviso mi smartphone constantemente, sin importarme si alguien está cerca o no. ¿De otro modo, cómo vería un montón de correos electrónicos, de actualizaciones, mensajes y llamadas?", se pregunta. Sin embargo, después de ver cómo Allen interaccionaba con otros colegas en la oficina, Frost decidió seguir su ejemplo.
En una ocasión tuvo que terminar un proyecto importante con una colega y durante cuatro horas no consultó su teléfono, explica la autora. "Fue muy difícil, pero no sacaba el teléfono de mi bolsillo. Y ella tampoco. Aunque usaba de forma bastante activa las redes sociales... ", comenta Frost, reconociendo que este experimento influyó de manera positiva en el trabajo: "Al final terminamos el proyecto antes de lo esperado". La periodista llegó a la conclusión de que una persona sin móvil es más eficiente que alguien que lo usa regularmente.
Frost también constató que su capacidad de escucha y de atención aumentaron y que la gente a su alrededor empezó a mostrarse más participativa.
Después de una semana la periodista entendió algunas cosas y elaboró algunas reglas de comportamiento: Desconectar el teléfono cuando se va a una entrevista; ponerlo en el bolso y no en el bolsillo para complicar el acceso al dispositivo; imaginar que existe un juego donde la comunicación sin teléfono se remunera; recordar que esto será útil para las relaciones a largo plazo. Asimismo, si durante un encuentro o entrevista resulta necesario responder a una llamada o a un mensaje, hay que hacerlo de tal forma que nadie nos vea.
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