También llamada 'sudor anglicus' o 'pestis sudorosa', el sudor inglés atemorizó a los varones adinerados británicos durante casi un siglo. La enfermedad se originó en el Reino Unido, donde se registraron cinco oleadas durante los siglos XV y XVI antes de desaparecer sin dejar rastro en el año 1552, informa el diario 'ABC'.
La epidemia de esta afección con alta mortalidad (algunas ciudades perdieron más de un tercio de su población) comenzó en la localidad de Milford Haven, en el suroeste de Gales, con la llegada al trono del rey Enrique VII en agosto de 1485. Las primeras referencias indican que afectó a la flota que transportaba a las tropas del duque de Richmond en el marco de la guerra de las Dos Rosas y que tras su llegada a los puertos británicos se expandió por pueblos y ciudades.
La enfermedad se cebó con los varones pertenecientes a las clases sociales altas y medias. Así, los primeros en morir en Londres fueron el alcalde y sus concejales. Corre la leyenda de que esta epidemia únicamente afectaba a los británicos, de manera que ningún extranjero residente en Reino Unido fue contagiado por este extraño sudor.
Los primeros síntomas, que duraban hasta tres horas, eran escalofríos, dolor de cabeza y extremidades y agotamiento general. También eran frecuentes las hemorragias nasales y las convulsiones en las últimas etapas de la enfermedad. Los pacientes fallecían entre cuatro y doce horas después de experimentar las molestias. Si superaban las primeras 24 horas, sobrevivían.
A pesar de que a día de hoy los investigadores tienen dudas acerca de las causas de esta afección, gran parte de las conjeturas apuntan a un tipo de gripe o a infecciones por Hantavirus. Asimismo, multitud de expertos creen que la enfermedad tuvo su origen en las aguas residuales y la falta de higiene, lo que explicaría que se propagara especialmente por núcleos urbanos, que era donde residían la mayoría de las personas adineradas entonces.