Los desarrolladores de Akili, una empresa que fabrica videojuegos con estos fines, afirman que se trata de algo más que juegos intelectuales. Los productos están destinados a atraer a consumidores de todas las edades y su objetivo radica en ejercitar el cerebro de manera saludable.
Asimismo, los fabricantes destacan las significativas ventajas de este tipo de juegos, entre las cuales destacan la mejora de la concentración y de la memoria, como también el aumento de la atención.
Por su parte, el profesor de psicología Randall Engle, del Instituto de Tecnología de Georgia, en una entrevista para npr.org contradice a los desarrolladores, afirmando que es "un absurdo" considerar que estos juegos puedan cambiar el sistema biológico. Engle explica que el nivel de inteligencia principalmente depende de la función de los neurotransmisores y, en particular, del sistema de la dopamina, algo que los juegos no pueden cambiar.
Convencido de la falsedad de la declaración, Engle junto con otros 75 científicos firmaron una carta dirigida a la industria del entrenamiento del cerebro (Brain Training Industry), criticando a las empresas por aprovecharse de la confianza de los clientes mayores de edad que esperan evitar la pérdida de la memoria utilizando dichos productos.
"Desgraciadamente, muchas personas están más interesadas en los negocios que en el desarrollo de la ciencia", sostiene el profesor de psicología.
Existe otra opinión, la expresada por el neurocientífico Adam Gazzaley, quien cree que los juegos más complejos, con multitareas, pueden utilizarse para la prevención de una variedad de trastornos psiquiátricos: trastornos de estrés postraumático, trastornos de hiperactividad con déficit de atención, autismo, Alzheimer, entre otros. Eso se debe a la participación en el proceso de las tres clases de la capacidad cognitiva.
Para probar su hipótesis, Gazzaley desea que uno de sus juegos, llamado Neuroracer, pase la aprobación de la Agencia de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés), responsable de la regulación de medicamentos y alimentos. A pesar de que este proceso demandaría mucho dinero y varios años, el científico cree que un día los juegos reemplazarán a los medicamentos en el tratamiento de serios trastornos.